Exageración o culpa
Antes de nada conviene que los habituales lectores de este blog lean o relean mi comentario previo al Córdoba-Mallorca en el que ya avisé de dos cosas: una que los locales eran de los equipos más goleadores de la categoria, sobre todo en su feudo y que el árbitro cántabro, López Toca es de los peores de segunda división.
Dicho esto, la sanción impuesta a Vicente Moreno por su expulsión el pasado domingo en el campo del Arcángel puede parecer exagerada a primera vista, salvo cuando el Comité de Competición añade la agravante de reincidencia.
En efecto es la segunda vez esta temporada que un árbitro saca del banquillo al entrenador del Mallorca siempre, según él, por nada. No lo dudo aunque ya dice el refrán que algo tiene el agua cuando la bendicen.
Igual que la grada transforma ocasionalmente a un individuo habitualmente pacífico en agresor verbal y a veces no solo de palabra, el área técnica cambia a sus ocupantes. Les justificamos por la alteración sanguínea y emocional del momento, vale. Pero cuando el sancionado excusa determinadas acciones de sus pupilos, “Si Raillo no hiciera lo que hace no sería Raillo y yo quiero que sea él mismo”, o imputa a los jueces una permanente prevaricación, se cubre de tierra a si mismo.
Los colegiados tienden al corporativismo y conservan sus propios datos respecto a los profesionales a quienes les toca dirigir. Saben más de los integrantes de cada equipo que los jugadores de quienes les pita. Con sus actuaciones Moreno, como otros futbolistas, llama la atención sobre si mismo e ignora que la discreción es la mejor y mayor atenuante de sus exabruptos. Y el club debería tenerlo en cuenta.