Más de lo mismo

Sam Garvin era el vicepresidente de los Phoenix Suns, es decir el segundo de Robert Sarver. Cuando éste fue inhabilitado por la NBA y posteriormente tuvo que poner dicha franquicia en venta, quien ahora se presenta como nuevo consejero del Mallorca, ocupó interinamente su cargo. No parece, por lo tanto, casual que Andy Kohlberg le haya incluido en el consejo de administración de la sociedad propietaria de las acciones del club, toda vez que la cabeza invisible ha tomado las de Villadiego sin que, esta vez, nadie le haya obligado a hacerlo.

El cambio de cromos no afecta en absoluto a la estructura ni a su política. Un simple cambio de cromos que no afecta para bien ni para mal al diseño del álbum. Los sentimientos serán los nuestros, pero la SAD es suya y ellos son los que mandan. Guardan celosamente la privacidad de sus actuaciones, sin acceso a sus decisiones. Es lo que tienen las mayorías, no como aquellas reuniones de los desgraciados tiempos de Claassen y Cerdá, con reuniones transmitidas a través de móvil. Claro que en el término medio anida la virtud.

Si el nuevo, es de suponer, accionista, fue el hábil negociador de la venta de los Suns y ha desembarcado para poner en marcha sus habilidades, el tiempo lo dirá. La esperanza de que algún día el Mallorca vuelva a ser de los mallorquines se diluye en el mar de la convicción antes que en el de la incertidumbre. A la gigantesca cofradía de la envidia nunca ha profesado amor al próximo, sino simpatía por el prójimo ajeno. De la «x» a la «j» van un montón de letras del abecedario. Hasta el Ajuntament i el Consell, a la sombra del Govern, han subvencionado al extranjero como nunca jamás hicieron con sus ciudadanos. Más claro, blanco y en botella.