Más que mercado, mercadillo

Si el invento del mercadillo, más que mercado, de invierno ya resulta aburrido de per se, en el caso del Mallorca alcanza cotas de verdadero sopor e incluso hastío. Sostengo que por menos de la mitad de situaciones generadas bajo la propiedad de Robert Sarver y sus socios, fueran a través de Maheta Molango, Alfonso Diez -su verdugo-, Javier Recio o Pablo Ortells, responsables como Vicenç Grande o Serra Ferrer ya habrían sido crucificados o apedreados en plaza pública, pena de telediario aparte. Pero vivimos tiempos de paz, hipocresía, redes sociales y sumisión.

Que ningún mal intencionado recién incorporado o de los de siempre interprete entre líneas una critica severa a la dirección deportiva o a la Propiedad. No. Sencillamente porque nunca sabremos hasta donde alcanzan las atribuciones económicas del director deportivo impuestas por los dueños o es que él quiere hacer méritos ante el Consejo de Administración. No se puede negar que el equipo se ha reforzado poco tras el último ascenso en relación a las necesidades que se intuían, sobre todo por lo que se refiere a los delanteros, la portería y, ya metidos en camisas de once varas, algún director de orquesta en el centro del campo, porque Salva Sevilla no es eterno y a Galarreta, con todo respeto, le falta sino un hervor si un punto de cocción.

Pero aquí estamos, a tres días del cierre de la persiana y, la verdad, fichar a un delantero centro incógnita pagando su ficha, un millón por la cesión y, según dicen, la obligación de quedárselo en junio por la friolera de once «kilos» merece un pensamiento frío. Abdón no cobra tanto y nadie garantiza que el tal Muriki sea mejor. ¿O si?.