Menos mal de las excepciones
El Palma Futsal, además de los equipos de baloncesto Bahía San Agustin y Palmer Basket Mallorca, ha elevado el balance del deporte colectivo mallorquín esta temporada. Palma tendrá canasta de Primera FEB el próximo mes de otoño y una sana rivalidad entre sus dos representantes. Más allá de una segunda vuelta para olvidar, el Mallorca ha cumplido con creces su objetivo, pero el deporte en general y el fútbol en particular exigen elevar el listón, alcanzar metas más ambiciosas año tras año.
La otra cara, más fea, la ha ofrecido el fútbol de base, con las excepciones más que meritorias del Poblense al subir a Segunda Federación y el Andratx, que se mantiene en dicha categoría con una dignidad más que ejemplar. No podemos decir lo mismo del Atlético Baleares que a su nuevo fracaso, en relación a sus objetivos, suma el del Juvenil División de Honor, cuyo paso la misma ha resultado demasiado efímero. En el mismo saco y aun con mayor gravedad entra el Mallorca B, con un descenso a Tercera de proporciones sonrojantes, junto a los ibicencos de la Penya Deportiva. La Unión Deportiva Ibiza de Amadeo Salvo, igual que los blanquiazules de Volkmann, parecen más partidarios de malgastar su inversión en futbolistas de vuelta que en un proyecto serio nacido desde abajo. Es lo que tiene apostar por el presente sin haber aprendido del pasado y, como consecuencia, un más que dudoso futuro.
La ausencia de un proyecto real se refleja en el desprecio de las entidades más potentes, esencialmente el Mallorca, por la construcción de un gran club. Si detrás hubiera algo más que un fondo de inversión, ya se habría planteado una paulatina pero firme imbricación con el fútbol sala, al menos uno de los clubs de basquet y la creación de una sección de fútbol femenino a la que el CEO, Alfonso Díaz, nombra de pasada más como coartada que promesa. Pero los hechos no alumbran otra realidad que la de invertir lo mínimo posible en lo menos probable, una prueba evidente de fragilidad.