Mucha emoción, poco fútbol

Ayer un amigo mío quiso conocer mi opinión sobre lo que llevamos visto de la Eurocopa. Varios partidos de octavos de final e incluso de la fase de grupos se han resuelto en los últimos minutos o han apurado prórrogas y penaltis, lo cual supone una adición de adrenalina. Creo haberle desilusionado al confesar que, siendo esto último muy cierto, el nivel de calidad o juego ha dejado mucho que desear.

No caigamos en la confusión. No es que Suiza haya maravillado a nadie por eliminar a Francia, sino que la vigente campeona mundial pecó de prepotencia y jugó precipitada y mal y algo parecido podríamos repetir de la decadencia de Alemania o de Holanda, sin olvidarnos de Portugal aun con el atenuante de que su rival, Bélgica, fue potencialmente más poderoso que Chequia. En resumen, esas aparentes sorpresas revelan precisamente el declive del fútbol de hoy en día que, hasta aquí, tampoco aporta novedades tácticas ni variantes dignas de mención.

España juega mañana sin haber sido peor que ninguna de sus contrincantes. Eso afirmó hoy Luis Enrique, si bien yo matizaría su respuesta ya que me parece una verdad a medias. A ratos ha sido peor que Croacia y que Suecia e incluso Polonia. Como consideración global, vale. No creo que la selección helvética esté a la altura de la española por mucho que haya llegado hasta aquí. De hecho lo hizo como tercera de grupo y por un penalti mal lanzado por la «estrella» Mbappé. Cualquier «chutador» dirá que lo peor al tirar un castigo desde el punto más definitivo que fatídico, es hacerlo a media altura. Claro que el delantero francés es muy joven.

Ya metidos en un análisis general a ver si, de aqui a la final, esto mejora.