Ortells y Aguirre en entredicho

Ocho puntos de veintisiete, mal baremo. Que hay tres equipos que están peor, la cantinela de cada año. La comparación con otros competidores en las mismas circunstancias o con los números de la temporada pasada resulta tan odiosa por inútil como por tópica. El Mallorca se aboca al balance de un primer tercio de liga con más preocupación que ilusión.

El trabajo de Pablo Ortells se pone en entredicho porque fichar a Sergi Darder lo hace cualquiera que pague lo que costaba. Hablando de costes, ya hablaríamos de otra cosa si el valor de Cyle Larin se corresponde con los siete millones que se han pagado. Pero, finalmente, parecen cuestionables los fichajes de un lateral que alterna titularidad, Lato, un central que no juega, Van der Heyden, un medio superado, Mascarell y, sobre todo, haber invertido todo lo cobrado por el traspaso de Kang in Lee para que recurrir a Abdón, Dani Rodríguez, Antonio Sánchez o Amath, dicho sea sin ánimo de ofender a ninguno de ellos.

La experiencia es un grado, pero no lo es todo. Ocasionalmente se precisan sólidos argumentos que la sostengan y, hoy por hoy, Javier Aguirre no los tiene. Me alineo con la opinión de Juanan Martorell, ex preparador físico mallorquinista en redes sociales: hay jugadores obligados a recorrer demasiados kilómetros sin que se saque provecho de tanto esfuerzo. Ante un visitante fácil como el Valencia, Samu y Antonio Sánchez agotaron su resistencia y Gio no fue sustituido aunque echara espuma por la boca porque no tiene sustituto y Maffeo sigue lesionado. Y no hay más variante, diga lo que diga el Vasco en sus facilonas comparecencias, que buscar a Muriqi tanto para un barrido, remate, como para un fregado, aguantar el balón a la espera de ayudas.

El Mallorca es el equipo que defiende con el bloque más bajo, sin la firmeza de antaño, y el que juega peor de la categoría. Los resultados tapan cualquier defecto, pero si no acompañan no hay sábana que los oculte.