Peor imposible. O no.

Perder en casa contra el Atlético de Madrid entra en cualquiera de los cálculos que hacen los equipos de la segunda mitad de la tabla. Lo importante no es la derrota en si misma, sino el cómo y el por qué. Un análisis difícil porque hace tiempo que no hay autocrítica y aun menos crítica.

No voy a cambiar mi apuesta virtual, el dinero siempre es el epicentro de la enemistad, al pronosticar que el Mallorca se salvará en la penúltima jornada y en caso de que no fuera así, los equivocados serían el entrenador y los jugadores, no yo. Nunca creí en la victoria frente a los de Simeone, no, aunque reconozco que esperaba otro tipo de partido.

Javier Aguirre recuerda con cierta insistencia que hace dos temporadas se salvaron por una parada de Reina en Sevilla. Una gran verdad. Tampoco deja de recordar que acumula setenta y tantas jornadas fuera de posiciones de descenso, lo cual es mérito irrelevante si los números que arrastra lo son. Normalmente con 32 puntos en la trigésimo cuarta jornada no se salva ni el pupas.

A partir de la final de la Copa, todo se ha hecho mal. Los americanos y sus ejecutivos prestándose a fiestas y saraos de poca monta que siempre, siempre, hay que guardar para el final. La dirección deportiva anticipando largas renovaciones a futbolistas que, termine como termine la liga, tienen sus contratos asegurados en cualquier categoría. La plantilla agotada física y mentalmente por exceso y por defecto. Resisto a la tentación de poner nombres y apellidos debido a la delicada situación de esta plantel que creyó tocar el cielo en La Cartuja y aun no ha despertado de su sueño en medio del resplandor que desprenden las llamas del infierno.

Solo consideren que, si bien la fortuna forma parte de este juego, los triunfos no llegan siempre por su intervención, sino a través de la competitividad que faltó el sábado por la noche e incluye rapidez, precisión, concentración, técnica, solidaridad, humildad y compañerismo, virtudes garantes del acierto cuya resolución depende de la suma de todas ellas y no de una sola cabeza pensante o cráneo recurrente.