¿Verdad o circo?

Mientras Jan Laporta, presidente del Barça, sigue sin abrir boca sobre el caso Negreira, salvo para denunciar públicamente campañas de acoso contra el club, le UEFA ha enhebrado la aguja con independencia de la madeja que teje la Fiscalía Anticorrupción con el hilo que aportan los personados en la causa, más a título de espectadores que testimoniales.

Empiezo a sentir la sensación de que la causa en cuestión sirve a no pocos agentes para desviar la atención del trasfondo opaco en el que se mueve el fútbol español sin excepciones. La Federación Española o, lo que es lo mismo, Luis Rubiales con varias causas pendientes, el ex presidente de los árbitros, el cántabro Sánchez Arminio, recientemente imputado por presunto desvío de 8 millones de euros, el Comité Técnico que capitanea el andaluz Medina Cantalejo convocó una rueda de prensa para limitarse a explicar que sus colegiados son todos muy honestos y a prueba de sobre, aunque sus múltiples errores semanales permiten poner en seria duda no su honradez, pero si su capacidad. Y en los del VAR ya ni entramos.

La Liga de Fútbol Profesional no escapa al caos. La guerra de Javier Tebas, su presidente, intentó colocar al socialista y director general del CSD recientemente dimitido, Albert Soler para desbancar a Rubiales y, de repente, aparece también en las investigaciones del Barçagate.

Mi reflexión es que si la movida, el terremoto, la bomba de los pagos al ex vicepresidente de los árbitros, no sirve para tirar de la manta sin prejuicio alguno y desata una limpieza profunda en todo este maremágnum no nos encontramos más que otro numero de un circo en el que no faltan payasos, acróbatas, magos, malabaristas ni domadores, aunque ni graciosos ni buenos.