Cambiar para que nada cambie

En el ajedrez radica el mejor ejemplo. Su origen se remonta a siglos, según cada continente e historiador, pero no ha cambiado una sola de sus reglas. Se desarrolla sobre un tablero de 64 casillas y sus 32 piezas se desplazan según unas normas establecidas para cada una de ellas que no creo haga falta recordar. A nadie se le ha ocurrido reducir o incrementar el tamaño de su escenario, ni cambiar el número de peones, torres, alfiles, caballos, reina y rey. Y ahí sigue, impertérrito e imperturbable, con millones de seguidores y miles de practicantes en unos países más que otros. Como el mismo fútbol, el extremo contrario.

Más de cien años después, el reglamento es tan volátil como el gas con el que hinchan los globos. El tamaño del terreno de juego se ha cambiado cientos de veces y todavía oscila entre mínimos y máximos tanto de largo como por ancho. Hace tiempo que el número de jugadores (piezas) son los mismos, pero el resto de movimientos u opciones se ha convertido en un verdadero galimatías. Lo que siempre fueron manos intencionadas o involuntarias, tienen más matices que la nueva división de los hombres y mujeres por sexo, el fuera de juego (off side) ya no se mide por el trazado de la línea entre el último defensa y el primer delantero, si la uña del pie del atacante sobrepasa la del zaguero, gol anulado. En el saque de portería el balón debía salir de los límites del área, ahora no es preciso. Había que sacar de centro hacia adelante, actualmente se juega para atrás. Los fueras de banda debían de ponerse en movimiento desde el lugar exacto, no lo hace nadie. Los entrenadores no podían abandonar el banquillo, mientras vemos como exceden incluso su área técnica y se pasan los partidos en pie. Los porteros no se podían mover ante el lanzamiento de un penalti, luego debían estar con un pié sobre la línea de meta, luego con los dos, ahora otra vez con uno o no, ya me pierdo. Mientras pisen la raya creo que puede hasta ir a dar un paseo. Se podía retrasar la pelota al portero, ahora solo la puede coger si la recibe de cabeza o con el cuerpo excepto manos y pies. El culo vale, si.

Paro porque podríamos seguir hasta la madrugada. A todo esto le llaman «mejora» en pos de dotar al deporte, de masas no como el ajedrez que es de minorías, de un mayor espectáculo. Pues que quieren que les diga, no aciertan ni una porque el paisaje balompédico resulta cada día más aburrido e insulso. Que vuelvan a los campos de tierra, sin batir, a piedra limpia porque a la larga el verde tampoco ha arreglado nada y menos el artificial. Como el VAR, sin ir más lejos.