Sin apuesta (2-0 en el Metropolitano)
No puede ser y, además, es imposible. Sin adquirir ningún cupón no se gana ni el sorteo de la ONCE. El Atlético, más ruidoso que brillante, compró dos y le tocó. El primero en una absurda pérdida de balón por parte de Muriqi que Samu Lino convirtió al resolver la carrera de Giuliano. Era el minuto 95. El segundo ya en tiempo de prolongación, cuando fue Griezman quien aprovechó otro regalo al anfitrión. Habrán adivinado que el Mallorca ni entró en el bombo.
ALINEACIONES:
Atlético.- Oblak (1), M.Llorente (1), Le Normand (1), Lenglet (1), Reinildo (1), Koke (1), Barrios (2), Giuliano (1), S.Lino (2), Sorloth (0) y J.Alvarez (1).
Minuto 60, Gallhaguer (1) y Griezman (2) por Giuliano y J.Alvarez. Minuto 72, Correa (0) por Koke. Minuto 80, Nahuel (-) por M.Llorente y Riquelme (-) por S.Lino.
R.Mallorca.- Greif (2), Mateu (1), Valjent (1), Raillo (1), Copete (1), Mojica (1), Samu (1), Dani Rodríguez (1), S.Darder (1), Muriqi (0) y Larin (0).
Minuto 66, R.Navarro (1) por Mateu y Asano (1) por Larin. Minuto 80, Abdón (-) por Dani Rodríguez y Jan Salas (-) por S.Darder. Minuto 90, Chiquinho (-) por Samu.
ARBITRO:
García Verdura (1), de Cataluña. Algo más permisivo con algunas faltas de los colchoneros que al revés, pero aceptable. Tarjetas amarillas para Le Normand y Gallhaguer, del Atlético y Valjent y R.Navarro, del Mallorca. Señaló 13 faltas a favor de los de casa y 9 en contra.
GOLES:
Minuto 25, Muriqi pierde el balón en el centro del campo, Giuliano contraataca velozmente y cede a S.Lino, completamente solo, en la izquierda desde donde cruza raso, lejos del alcance Greif. 1-0
Minuto 92, otro balón perdido en campo propio esta vez, que aprovecha Barrios para profundizar sobre Griezman, quien eleva sobre la salida del eslovaco. 2-0
El Atlético botó 10 saques de esquina, por 4 el Mallorca.
LADRA, PERO NO MUERDE
El fútbol es un juego y quien quiere participar necesita apostar. No supimos cuál era la propuesta de Arrasate hasta que efectuó sus primeros cambios más allá de una hora de partido. Hasta entonces su equipo fue una copia del de Javier Aguirre con una diferencia fundamental: el mejicano disponía de Nak-in Lee para estirar el chicle y ahora el navarro alinea a dos maderos, Larin y Muriqi para aguantar la pelota a la espera de alguien, quien sea, que nunca está ni se le espera.
Era cuestión de tiempo que los de Simeone abrieran la lata. Con el Mallorca actual no es preciso ni la llave, basta con esperar que se deje la pelota en un mal control, una entrega defectuosa o en un callejón sin salida, para sorprenderle y batirle sin remisión. Puede suceder después, como hizo el Real Madrid en Arabia o antes, igual que ayer en el Metropolitano. Allí fue Darder y ahora ha sido el kosovar, tan peligroso de cabeza como torpe con las botas, en plena crisis de identidad más preocupado en bajar a recibir, que en pisar el área enemiga, la única zona del campo en la que puede ser útil.
Juego aparte, es lamentable que la representación del club la ostente un personaje como su director financiero que, en los prolegómenos, hablaba de «recuperar la esencia». No se trata de nada parecido, qué sabrá él de otra cosa que no sea contabilidad, ni de desidia. Lo que ha perdido esta plantilla es fe y confianza en si misma y en lo que hace. Cuando Asano y Robert Navarro entraron desde el banquillo y todo el equipo adelantó líneas, cambió la imagen. De perdidos, al río. Al menos se generó una ocasión de gol en un disparo de Dani Rodriguez demasiado alto y un centro imposible de otro desaparecido, Sergi Darder, botó sobre la parte superior del travesaño. Pero perro que ladra, no muerde y hasta que Griezman no sentenció en otro fallo, cómo no, los de amarillo, matrícula de honor al que se inventó la segunda equipación, no lanzaron un solo bocado a un anfitrión casi acobardado.
No hay ninguna derrota honrosa y menos si es merecida. La inscribiremos a nota de inventario, pero vienen a Son Moix el Las Palmas y el Osasuna y ahi ya no caben ni siquiera empates. Eso si, Europa ha dejado de ser un sueño del que más ha valido despertar antes de que surja alguna pesadilla.