Toda verdad acaba por relucir

El mallorquinismo ruge contra las restricciones de público en Son Moix y lo mal que desde el Mallorca se gestiona ya no el reparto de localidades, sino la irrespetuosa ubicación de los asientos asignados. Tanto que a un aficionado que se ha gastado 600 euros para estar en preferencia, le mandan una entrada de fondo norte o al que tiene un asiento número 40, bastante centrado, lo remiten al 222. ¡En fin!.

La paciencia de los seguidores bermellones viene siendo infinita, como su prioridad para dar a palos a sus paisanos antes que a foráneos. Jaume Rosselló, Juan de Vidal, Miquel Contestí (el que menos), Vicenç Grande, Serra Ferrer lo sufrieron en carne propia. Antonio Asensio, Utz Claassen, Mingarro o Andy Kohlberg, no. Así ha sido desde 1960, cuando ascendió por primera vez a primera división.

Pero algunos se han empezado dar cuenta, más vale tarde que nunca, de que, tal como hemos predicado desde este blog, «el cliente» es la televisión, no ellos. Hoy día los hinchas no son más que la coartada de los dueños para hacer negocio desde un sentimiento que, por supuesto, ellos no conocen. Como que Chen Yansheng sigue al Espanyol desde que jugaba Di Stéfano y Carmelo de portero, Yi Rentao es más del Granada que Boabdil, Peter Lim del Valencia de toda la vida o Robert Sarver devoto de Fray Junípero.

Comprendo que si al fútbol le restas la pasión, decae su interés. ¡Qué le vamos a hacer!. También sufrimos amargas decepciones cuando supimos que Cher se había operado desde los morros hasta los tobillos. ¡Pero y lo bien que aguanta!.