A Rubiales muerto, «rubiales» puesto
Los poderes fácticos, que no fálicos, a los que se refiere Luis Rubiales en su comunicado de dimisión que no le permitirían volver a su puesto son los mismos que durante cinco largos años han mirado hacia otro lado en cada una de las 17 denuncias que pasaron por sus mesas. Pero donde debería mirar el ya ex presidente de la Federación Española de Fútbol, Real como expresan sus siglas, es a los perros fieles unos, guardianes otros, que le dejaron solo para mantener sus cargos, sueldos y dietas a buen recaudo y que mañana rendirán pleitesía a su sucesor, sea quien sea y venga de donde venga.
Ya veremos si el mismo Pedro Rocha, tan felpudo de Angel Villar como ahora del granadino, sigue el dictado de la lógica apartándose del sillón, convocando elecciones y dejando una Comisión Gestora hasta la celebración de teles comicios o, por el contrario, le ha cogido el gusto a su efímera a su posición y permanece en ella hasta el mes de enero en el que, tirando de medida excepcional, el fariseo Consejo Superior de Deportes, autorize su proceso antes de los Juegos Olímpicos del 2024. Todo dependerá de lo que, a su vez, ocurra de aquí al 27 de septiembre en el Parlamento. O no. ¡Estrategias a la palestra!.
El cese de Rubiales debería encabezar la salida de su equipo más próximo, desde el secretario Andreu Camps al jefecillo arbitral Medina Cantalejo, a sus asesores jurídicos, vicepresidentes y el resto de su junta directiva, porque las formas que le han condenado por falta de sensibilidad, educación y cultura no son extrañas en La Rozas según múltiples testimonios. No se trata de habilitar un proceso para un simple cambio de presidente, sino la oportunidad de regenerar este y otros estamentos paralelos aunque sea al precio de no entrar en las quinielas de la organización conjunta con Portugal y ¿Marruecos? del Mundial 2030 con el único fin de que alguien se ponga la medalla.