A ver el VAR
Como era de esperar en un país como este y una liga como la española, el VAR es objeto de interpretación jornada tras jornada. Es normal que el público reclame su intervención cada vez que intuye una acción polémica, sobre todo y únicamente si la decisión va a favorecer a su equipo, sin embargo tanto los jugadores como sus entrenadores deberían tener más aplomo a la hora de imputar errores u omisiones desde la cabina de vídeo.
A título informativo y de cara al aficionado cabe recordar que la consulta solamente se aplica en cuatro casos: goles, penaltis, rojas directas o errores de identidad. Es decir no se revisan fueras de juego, salvo que su consecuencia sea un gol o un penalti. Al margen de esos cuatro supuestos conviene saber que el árbitro no pide auxilio a sus vídeo observadores, sino que son éstos quienes llaman su atención si han apreciado, ojo al dato que es muy importante, una DECISION CLARA Y MERIDIANAMENTE ERRONEA. Eso quiere decir que no interviene en jugadas que ofrezcan dudas, sino precisamente en aquellas que no las admiten y en las que el juez principal se ha podido equivocar o no ver.
Otro aspecto a considerar es el tiempo de que dispone para avisar. No es eterno. Es más, si la acción continúa sin que desde el VAR se haya advertido al colegiado, ya no se puede volver atrás. Por ejemplo, si después de la jugada analizada se saca rápidamente de puerta, de banda o desde la esquina antes de que llamen al director de la contienda, ya no hay vuelta atrás.
Utilicen como ejemplo el castigo demandado por una supuesta mano de Vezo a tiro de Kubo en la prolongación del Levante-Mallorca del pasado viernes. Aitor desvió a corner en una gran parada y la jugada no es lo suficientemente clara como para interpretar una equivocación meridiana de Pizarro Gómez. Ni tampoco la hubo durante la visita del Real Madrid a Son Moix en un fuera de juego de Casimiro inexistente señalado como tal o un posible agarrón de Salva Sevilla a Brahim al final del encuentro.
Tomen nota y ténganlo en cuenta a la hora de comentar la falta con el vecino de asiento. Los profesionales ya lo saben, pero la excusa siempre es muy fácil y nadie va a replicar.