Arreón insuficiente (0-0) en Son Moix
El Sevilla perdonó la vida de un Mallorca impreciso, lento y sin alma, salvado merced a varias intervenciones de Leo Román y la falta de puntería, también achacable a los locales que, en un arreón a partir de los cambios introducidos por Arrasate más allá de una hora de partido, tuvieron otras tantas oportunidades malogradas por Muriqi, Samu y Marc Domenech, este en el último minuto y tras la expulsión del sevillista Saúl Ñíguez poco antes.
ALINEACIONES:
R.Mallorca.- Leo Román (2), Maffeo (1), Valjent (1), Raillo (1), Mojica (2), Samu (1), Morlanes (1), A.Sánchez (0), Sergi Darder (1), Larin (0) y Muriqi (0).
Minuto 64, Asano (1) por Larín y Dani Rodríguez (1) por A.Sánchez. Minuto 72, Mascarell (1) por Morlanes. Minuto 81, Abdón (-) por Sergi Darder y Marc Domenech (-) por Muriqi.
Sevilla C.F.- Nyland (1), Carmona (1), Badé (1), Gudelj (2), Pedrosa (1), Sow (1), Sambi (1), Lukebakio (2), Saúl (1), Hieanacho (0) y Ejuke (2).
Minuto 61, Juanlu (1) por Sambi y Romero (1) por Hieanacho. Minuto 68, Navas (1) por Lukebakio y Marcao (1) por Gudelj, lesionado. Minuto 90, Agoume (-) por Ejuke.
ARBITRO:
Muñiz Ruiz (2), de Pontevedra. Se equivocó muy pocas veces y dejó jugar sin intervenir constantemente. Mostró muy tarde la primera tarjeta, a Sow, pero tiró de roja a los 89 minutos al ser increpado por Saúl Ñíguez a quien había señalado una falta. Marcó 10 faltas a favor del Mallorca y 12 en contra.
El Mallorca botó cinco saques de esquina por nueve su adversario.
Los medallistas olímpicos mallorquines Juana Camilion, Marcus Cooper y Juan Antonio Moreno hicieron el saque de honor.
20.470 espectadores
¡VIVEN!
Recuerden que en la víspera trasladé mis dudas respecto a la posibilidad de que la plantilla del Mallorca tuviera suficientes recursos para hacer rotaciones. Los tendrá en la cerril mente de su director deportivo, Pablo Ortells, ciego frente a la evidencia, pero no en los de Jagoba Arrasate que, en la mayor parte del partido, no supo cómo arreglar la incapacidad de sus jugadores para dar dos pases seguidos, llegar a los duelos con premura y sin la menor fe en lo que hacían salvo buscar la testa del kosovar desde cualquier lugar y circunstancia. Le ayudó Leo Román, la portería es la única demarcación que admite cambios, y el desviado punto de mira de los delanteros sevillistas, que pudieron irse al descanso con ventaja sin más contratiempo que el ingenuo y lejano cabezazo de Muriqi a las manos de Nyland antes del primer cuarto de hora y a la salida de un córner.
A poco que los de García Pimienta se posicionaron sobre el terreno de juego, se vieron las costuras del anfitrión. Con Antonio Sánchez invisible, desaparecido en combate y ausente, Maffeo se veía exigido por Ejuke que se cansó de subir balones por esa banda y meterlos en el área donde, al menos Valjent y Raillo, Mojika o, en última instancia, el portero, achicaban agua. Mientras Larin despejaba en su contra cualquier asomo de duda en relación a sus críticos de la pasada temporada y Morlanes exhibía su incosistencia, el Sevilla apretó de lo lindo en la fase inicial del segundo tiempo. Y se temió lo peor hasta que por fin se movieron los banquillos. García Pimienta metió pólvora, Juanlu e Issac Romero, y Jagoba puso sentido común en las alas. Sin ellas, decía el entrenador inquense Miquel Garriga, los pájaros no pueden volar.
Y no es que el Mallorca despegara, ni mucho menos. Pero un situación de gol que Muriqi, tan peligroso con la cabeza como torpe con los pies, entregó con suavidad al meta Nyland, despertó a sus compañeros que, de resignados a la conserva de un punto, pasaron a creer en algo más que su resiliencia. Samu remató fuera casi bajo los mismos palos y el chaval Domenech, debutante en primera división con 18 abriles, no conectó con el balón a un metro de la línea de gol. Para entonces, los andaluces habían pagado el esfuerzo inútil y terminaron dando por bueno un empate que, dadas las circunstancias y la cruda realidad, sabe a gloria. Unos convencidos de haberse dejado dos puntos y otros seguros de haber ganado uno. Elijan el bando ustedes mismos.