Así, así pierde el Madrid
Con un gol en contra a los 12 minutos, una severa añoranza de Benzema, más que de Militao, con mucho ruido mediático y pocas nueces en el centro del campo y una semana dedicada a hablar de Vinicius en lugar de lo esencial: el partido de fútbol. Y, claro, con un Mallorca fiel a sus principios: defensivo, entregado y solidario que plantó un muro casi infranqueable delante de su portero, Rajkovic, que, como epílogo de la catástrofe merengue, le paró un penalty a Marco Asensio.
ALINEACIONES:
R.Mallorca.- Rajkovic (3), Maffeo (2), Gio (2), Raillo (3), Nastasic (2), J.Costa (1), Baba (1), Galarreta (2), D. Rodríguez (2), Kang-in Lee (1) y Muriqi (3).
Minuto 66, Amath (1) por Dani Rodriguez. Minuto 77, Grenier (-) por Galarreta y A.Sánchez (-) por Kang-in Lee. Minuto 91, Grenier (-) por Galarreta.
R.Madrid.- Lunin (-), Carvajal (1), Rudiger (1), Nacho (1), Kamavinga (1), Valverde (1), Tchoumaney (1), Ceballos (0), Asensio (0), Rodrygo (0), Vinicius (1).
Minuto 63, Modric (1) por Valverde. Minuto 70, Mariano (1) por Asensio, Alaba (1) por Ceballos y Kroos (1) por Tchouameny.
ARBITRO:
Hernández Hernández (1), del Comité de Canarias. 24 faltas a favor del Madrid, algunas con lupa y 15 del Mallorca, sin gafas. Prolongó más de lo perdido en el segundo tiempo, 8 minutos. Tiró de tarjetas, todas amarillas, en 10 ocasiones. Maffeo, Raillo, Jaume Costa, Galarreta y Amath la vieron de parte local y Vinicius, Mariano, Ceballos, Valverde y Modric en el bando visitante.
GOL:
Minuto 12, Dani Rodríguez centra desde la izquierda al interior del área donde saltan Muriqi y Nacho, el kosovar roza el balón que golpea la cabeza de Nacho y describe una parábola hacia la escuadra larga sin posibilidad para que Lunin la alcance. 1-0
OBSERVACIONES:
Courtois se lesionó durante el calentamiento previo y Valjent, con fiebre, salió de la convocatoria.
18.258 espectadores en Son Moix
HONOR Y GLORIA
Eso deseaba el general Máximo Décimo (Russell Crowe) a sus hombres en la película Gladiator, cuya épica encaja en el estilo impuesto por Javier Aguirre a su ejército. Ganarle al Madrid apareja gloria infinita y bendita y el honor los guerreros bermellones se lo ganan a base de esfuerzo, sacrificio y compañerismo puestos a contribución de una meta colectiva. Batir por la mínima al campeón, para el que el viento arbitral, ambiental y mediático siempre sopla a favor, no es lo mismo que derrotar al Celta, por ejemplo, aunque el resultado sea el mismo: 1-0. En el primero de los casos no basta con un golpe de fortuna, en el segundo puede valer.
Y no es que el Mallorca fuera infiel a si mismo. De hecho los de Carlo Ancelotti se encontraron con el mismo rival que hizo añicos al Atlético de Simeone antes del parón del Mundial. Quizás el italiano pensara más en el de clubs, otro invento de la FIFA de nulo interés, al reservar a Alaba para forzar a Kamavinga en un lateral o liberar de todo compromiso a Kroos y Modric engañado por el golazo de Asensio ante el Valencia tres días antes y el «reset» de Ceballos con muchos menos kilómetros en su contador. De ahí que el acoso merengue a la empalizada habitual del anfitrión, aunque con bajas en sus cimientos, fuera excesivamente lento y casi exclusivamente conducido al flanco izquierdo en el que el brasileño polémico y mal educado, siempre se encontró con las compuertas cerradas por tres zagueros a la salida de su primer e inútil regate. Provocó un máximo castigo, si, con el atenuante de su pie en plancha antes de ser derribado por Rajkovic.
El muro no cayó. Mariano desaprovechó dos ocasiones relativas en sendos remates sin marca, aunque en posición difícil, cuando ya no quedaba más solución ni tiempo para alcanzar un empate inservible para perseguir al líder de la clasificación, hoy el Barça. Al contrario, si Kang-in Lee en dos acciones individuales hubiera estado más listo y menos egoista, la victoria local pudo ser más amplia, por no añadir dos pases ventajosos de Galarreta y Antonio Sánchez que no hallaron destino. Mejor no recordarlo o habría que imputar al fracaso capitalino no haber aprovechado las numerosas pérdidas de Baba en zona de tres cuartos que, puntualmente, comprometieron los tres puntos atesorados gracias, entre otras cosas, a un prodigioso Muriqi, cuyo trabajo defensivo, de contención, de recibir y parar, de temple, participación en el gol a un lado, solo careció de mando para redondear una tarde torera.