Campañas de lanzamiento sin nada que lanzar

Los medios de comunicación han renunciado hace tiempo a cobrar los anuncios que reciben de los clubs de fútbol aunque, por el contrario, estos limitan sus accesos, les constriñen a las peores localidades de sus gradas, imponen tasas por la transmisión de sus partidos, etc, etc. Mi viejo amigo y antiguo director general Manuel Martín Ferrand decía que publicar el menú de un banquete en un restaurante u hotel determinados era información, pero describirlo y, peor aún, valorarlo lo convertía en publicidad.

Desde Son Moix se ha pregonado la presentación el lunes de la campaña de abonados para la próxima temporada y para una semana más tarde, la de la nueva camiseta. En cuanto empiecen a aparecer precios y fotos empezará la publicidad gratuita. Nada que objetar. Bueno, si. Algo tendrían que decir los aficionados a cambio de cuyas cuotas no se han ofrecido garantías de confeccionar una plantilla que, al margen de los vaivenes de la competición, permita confiar en la ilusión de un equipo para no sufrir. Ya no decimos certeza, nos conformamos con la esperanza.

Las ansias de recaudación preceden al atractivo de la inversión. Mientras se marea la perdiz para no pagar los 12 millones que la Lazio pretende por Muriqi que, no nos engañemos, tampoco es Benzema, ha trascendido la búsqueda de un portero de bien entrados los 30, para eso no despidas a Reina sin modales, y el fichaje de un defensa central que todavía no ha jugado un partido en primera división. O sea, menos que Gayá. Copete, eso si, procedente de la cantera del Villarreal, el único fondo que parece conocer el director de fútbol Pablo Ortells.

No se trata de prejuzgar a ningún futbolista antes de verle jugar y venga de donde venga, pero no se atisba coherencia en las actuaciones opacas, tal vez solo secretas, que crearían la espectación necesaria cual sucede con los avances de las películas de cine. De momento «esto es lo que vais a pagar» y de lo otro ya hablaremos.