Condenados a sufrir (1-1 en El Sadar)
Osasuna perdonó en la primer parte y el Mallorca, en la continuación. Ambos porteros evitaron un marcador con más goles abierto por los locales a los 14 minutos y cerrado por Sergi Darder a los 64. Entre ambos nadie hubiera dicho que los locales no se jugaban nada, ni que los visitantes no hubieran descendido antes. Luego se cambiaron las tornas y la ambición balear intercambió el paisaje aunque, impotente para remontar, tuvo que acabar pidiendo la hora para no dejar escapar un punto que hasta mañana en Sevilla, no se sabrá si ha servido.
ALINEACIONES:
C.A. Osasuna.- Aitor Fernández (2), R. Peña (1), Catena (1), Herrando (2), J.Cruz (1), Moncayola (2), Aimar (1), R.García (1), Iker Muñoz (1), Arnáiz (1) y Raúl (1).
En el minuto 66, Mojica (1) por Arnáiz, en el 73, Aresu (1) por R.Peña y Torró (1) por R.García y en el 87, Svenson (-) por Raúl.
R.Mallorca.- Rajkovic (2), Nacho Vidal (1), Gio (1), Raillo (2), Nastasic (1), Lato (1), Mascarell (0), Morlanes (0), Dani Rodríguez (0), S.Darder (2) y Larin (0).
Tras el descanso, Abdón (0) por Mascarell. En el minuto 75, Copete (1) por Nacho Vidal y Samu (1) por Morlanes, en el 82, A.Sánchez (-) por Dani Rodríguez y J.Costa (-) por Lato.
ARBITRO:
Hernández Maeso (1), de Extremadura. Más contemplativo con los navarros que al revés. Aunque igualó en faltas, 10 contra 9, pareció exagerada la tarjeta amarilla mostrada a Mascarell sin que sus oponentes vieran cartulina alguna. Pitó a veces tarde y no siempre bien.
GOLES:
Minuto 14, Moncayola recibe un rechace en el borde del área y con tiempo para preparar el tiro, lanza un zambombazo raso que se cuela pegado a la base del poste y a la derecha de Rajkovic.
Minuto 64, esta vez quien recibe el despeje en la otra área y en la frontal, es Sergi Darder, que ensaya duro por abajo y Aitor Fernández, tapado entre un bosque de piernas, no ve la trayectoria fatídica del balón. 1-1
17.852 espectadores
JUGONES QUE NO JUEGAN
Los primeros 45 minutos del Mallorca en El Sadar merecen, siendo benevolentes, el purgatorio. Ya no porque un equipo que necesita ganar plantee una batalla especulativa, sea sometido por un Osasuna más implicado sin necesidad de estarlo, pueda perder antes del intermedio y con tres «jugones» en el centro del campo, Darder, Morlanes y Dani Rodríguez, sea incapaz de dar dos pases seguidos. Otra vez una falta a favor en la la línea divisoria terminaba con la pelota retrasada a Rajkovic como botón de muestra de la incapacidad de los defensas para salir y sus compañeros de medio campo para organizar. Ni siquiera la figura del inútil correcaminos Larin, explica tan mayúsculo desastre.
Habría que contar pase a pase todos los que los hombres de Javier Aguirre dan hacia atrás en lugar de hacerlo hacia adelante. No es que ninguno de los zagueros se pueda comparar con Backenbauer o Baresi, aunque hay quien se lo cree, pero no toda la culpa recae sobre ellos por la sencilla razón de que la virtudes técnicas de los mencionados en el párrafo anterior no tapan la lentitud mental, la ausencia de espacios, de ideas y la parsimonia con el balón que, ausente Muriqi, nadie es capaz de sostener en tres cuartos de terreno.
El mejicano hablaba solo, nunca sabremos si en un severo acto de contrición o como ensayo de la arenga en el vestuario al que se llegaba con solo, si solo, un gol en contra. Se decidió a alinear a dos puntas, aunque con el canadiense en el campo es lo mismo un par que uno o que ninguno. Osasuna bajó el ritmo y Sergi Darder reclamó o le cedieron el mando y, al menos, el Mallorca se fue hacia arriba en busca del empate. Llegó desde las botas del de Artá y, aunque Rajkovic tuvo que emplearse a fondo en otro remate lejano de Iker Muñoz, Lato y Nacho Vidal, este en posición forzada, tuvieron la victoria a su alcance. Bien está lo que bien acaba y hubo de tirar del libro gordo de Petete para concluir que, si no sabes ganar, por lo menos intenta no perder.
Que el Mallorca depende de si mismo para atenazar su permanencia en primera división es una verdad a medias. Será necesario aferrarse a una derrota del Cádiz en el Sánchez Pizjoán para no tener que cumplir la condena del sufrimiento a la que se ha hecho acreedor este equipo que pretende disfrazar el caos de su mediocridad con la final de Copa ante el Athletic. Como ya titulé hace unos días: «Juegan los otros».