Menos fiesta y más fútbol

Esta mañana mi compañero de colegio y vecino desde nuestra infancia, el eminente odontólogo Emilio Martínez-Almoyna y Rullán, me preguntaba en plena faena, ya saben, cómo veía el futuro del Mallorca. Nunca me duelen sus intervenciones y pude contestar fríamente: no lo veo. Bueno, no sufriremos, no descenderemos, añadió. Después de expresar mis dudas, ambos exclamamos al unísono: ¡depende de lo que hagamos el sábado ante el Celta!.

A partir de aquí ya manifesté mi preocupación por los festejos organizados por y desde el club para celebrar la inauguración de la amplia reforma del estadio de Son Moix,  comentados en este blog, y sobre cuyo inconveniente ya he escrito esta semana. «Si, estas cosas distraen a los jugadores, los dispersan».  Así se acabó la conversación al respecto.

La charla me ha invitado a la reflexión porque aunque no suelo hablar de ningún partido hasta el día antes, la cita en cuestión tiene triple importancia. De un lado porque el equipo de Benítez puede ser uno de los rivales a superar en una hipotética clasificación final, incluido el golaverage. Por otra parte debido al calendario que sigue: doble de Copa, Villarreal, Betis y Athletic. Mucha tela. Y en último término por el efecto psicológico que el resultado puede causar si vinieran mal dadas.

A riesgo de ser pesado y reiterativo, tanta fiesta me parece contraproducente. Siempre hay días para convocarla, no fuera que la digestión resultara pesada. Se habla demasiado de ella, publicidad gratuita en los medios en su otra vertiente, y muy poco de lo esencial: el partido.