De discurso en discurso
No cabe esperar ni mucho menos exigir que dentro de cada colega anide un Manuel del Arco, en prensa, un Joaquín Soler Serrano, de radio, o Jesús Quintero, en televisión, maestros de la entrevista. Hay géneros periodísticos, como el reportaje, en vías de extinción y desde que se han aceptado ruedas de prensa sin preguntas para vergüenza de la profesión, la ausencia de réplica o repregunta a pie de una respuesta incompleta o poco satisfactoria reducen las comparecencias a un dictado sin pugilato.
No he vuelto a asistir a una convocatoria del Mallorca desde que me jubilé hace ya nueve años, aunque aquí sigo por cuenta propia. Tampoco me invitan. Sin embargo sigo las que el club cuelga en Youtube, sean con Javier Aguirre o, la última, con Alfonso Diaz, el CEO financiero y Pablo Ortells, director de fútbol. Debo añadir que en los tres casos sin poder cumplir el objetivo de mi interés como espectador y periodista. No es que se extraiga una mínima información, ya no digamos noticia o un titular, sencillamente no dicen nada.
El entrenador torea sin necesidad de maestría, solo con su probada experiencia. Los ejecutivos en cuestión dominan el color rosa pastel más que el rojo que les sería propio. Todo es maravilloso, no hay rincón o inconveniente que no arreglen, miel sobre hojuelas. Son maravillosos hasta los futbolistas que no juegan, debe ser por eso, y los que no rinden pues ya lo harán. A tres puntos del descenso, el Rayo llamando a las puertas pero si no le ganan, ya ganarán a otro. La parroquia está entretenida con la Copa.
Emilio Pérez de Rozas no deja de recordarme que en las asambleas de socios del Barça, la cuestión más planteada era por qué estaban siempre sucios o sin papel higiénico los urinarios del Nou Camp. Aquí no hemos llegado a eso, pero ya está preparada la respuesta: «hemos tomado nota y en el próximo partido ya podrán usarlo».