De la filosofía al fútbol

El sacerdote franciscano Gregorio Mateu, el Pare Gori, fue mi profesor de filosofía en sexto curso de bachillerato superior pero, sobre todo, fue y siempre será un amigo de los que algo rompen en nuestras almas cuando se van. Al deducir que mis relaciones personales carecen de interés para los lectores de este blog, me limitaré a recordar que para quienes advierten mérito en escribir un artículo diario casi monotemático, él escribió alrededor de 25 libros, algunos de ellos de más de 700 páginas, sobre un tema único: la felicidad. Salió de Palma al convento de la Congregación en Vallecas, de allí a la República Dominicana donde presentaba un programa de televisión de tanta popularidad que, destinado a Jersey en Nueva York, grababa en un estudio de la Gran Manzana las emisiones que luego se transmitían en Santo Domingo. Era mi colega, en términos de profesión. No les molestaré con la tristeza que su adiós, a los 84 años, me ha producido, ni con una sola línea más al respecto.

Pero hablando de medios de comunicación, el Real Madrid le acaba de ganar una batalla judicial a la Liga de Fútbol Profesional con todas las de la Ley, nunca mejor dicho. Los Tribunales han estimado que ningún operador puede trasladar sus derechos audiovisuales adquiridos más allá de lo que sucede en el terreno de juego. Se ha acabado eso de meter cámaras en los vestuarios para ver a los futbolistas luciendo torso, las entrevistas antes y después de los partidos a pié de campo y, espero, que los insertos de locutores desgañitándose para cantar un gol o los de la radio en la misma pose, todas ellas sin aportación alguna, absolutamente prescindibles y aburridas. Conexión dos minutos antes del comienzo del juego y cierre sesenta segundos después. ¡Bien por Florentino!

Claro que, ya puestos, haría bien el presidente del nuevo Santiago Bernabéu, en no convocar ruedas de prensa sin preguntas e imitar los métodos de su enemigo Javier Tebas, presidente a su vez de la LFP recién reelegido, cercenando o dirigiendo la labor de los reporteros, redactores, narradores y comentaristas sometidos a una censura previamente redactada ante la sumisión de sus jefes los cuales, dicho sea de paso, no son periodistas. La satisfacción no es completa pero, como diría el Pare Gori, «la felicidad es un trayecto, no un destino».

En memoria de Gregorio Mateu (T.O.R)