Defensa concreta o abstracta

Es una evidencia que no discutiría ni el Doctor Beltrán,- cuyos posados veraniegos en Mallorca fueron tan famosos como los de Ana Obregón, al menos en términos locales-,  que Antonio Asensio Pizarro, por consejo de su hombre de confianza Domingo Martorell de Bahía Producciones, decidió fichar a Héctor Cúper. Este no conocía ni a uno solo de los futbolistas a los que iba a entrenar. Ni nadie del club le conocía a él, claro. Hubo una segunda imposición, años después, la de Luis Aragonés, que venía de salvar in extremis el descenso del Oviedo y no era plato de buen gusto para Mateu Alemany.

El técnico argentino, que descubrió desde la Isla el mundo que había fuera de su país, se caracterizó por sus conceptos defensivos, pero nunca utilizó un dibujo con tres centrales porque la idea de una buena defensa no es una cuestión numérica, como la de un ataque letal no depende de que jueguen uno, dos o tres delanteros. En cualquier caso la industria le ha pasado por encima al flaco de Chabas a quien ya no serviría mucho el manotazo motivador en el pecho que propinaba a sus pupilos antes de saltar al terreno de juego.

A Javier Aguirre no le debió desagradar tanto la plantilla que le confiaron este pasado invierno, puesto que ha preferido lo conocido, sea malo o bueno, a lo nuevo. Damos por sentado que se maneja al dedillo con profesionales mexicanos, sin duda, pero no estamos tan seguros con los españoles o europeos. Tampoco es tan importante si quien les ficha da la cara por ellos, pero llegar a San Mamés para empezar la liga con el mismo equipo de hace unos meses, portero va o portero viene, es vender un álbum repleto de cromos repetidos y con muchas casillas aun por rellenar.