Definir lo importante
El Mallorca se enfrenta a dos objetivos: pasar a semifinales de la Copa del Rey y conservar la primera división. Las aficiones de cualquier equipo lo quieren todo y tragan con idem, solo un 13 por ciento menos de cuota por un carnet de abonado para la segunda vuelta que, no hace falta estudiar matemáticas, abarca la mitad de la competición.
Los profesionales, directivos, jugadores, técnicos e informadores debemos ver las cosas con una perspectiva diferente. Si el Madrid y el Barça, otra vez en candelero por actuaciones arbitrales más viejas que el Antiguo Testamento, no entran en competición hasta cuartos de final es por algo. En concreto porque de no clasificarse al menos uno de ellos, el torneo del KO y la Supercopa se devalúan siempre de acuerdo con los criterios actuales de negocio.
A los clubs comparsa, o sea el resto, no les interesa tanto. Es más, les resulta imposible abarcar tres campeonatos, si se clasifican para alguno europeo, por presupuesto, plantilla y calendario, e incluso dos representa un gravamen inasumible sin correr el riesgo de perder su bien más preciado, por no decir el único, la categoría. Eso no implica renuncia alguna, sino sencillamente no perder la cabeza en un intento puntual a costa, quién sabe, de provocar una crisis superior y más duradera que caer en una eliminatoria. Por supueso en base al potencial y la situación clasificatoria de cada uno.