Desmadre a la americana

Cuando uno no tiene nada que decir lo que mejor que puede hacer es no decir nada. Lo malo es que para eso no convocas una rueda de prensa, con invitación a desayuno incluida, por si los chicos de la prensa no tienen para un café con leche. Para eso nos llega, aunque a alguno no para mucho más dadas las circunstancias y los ERTES.

A finales de los setenta John Landis dirigió una película con Jhon Belushi, el de los Blues Brothers, que en España se título «Desmadre a la americana» o sea poco más o menos lo que es el Mallorca desde el desembarco de los «Mr. Marshall» de Arizona, tan orgullosos ellos de su espíritu salvador y, ahora, estabilizador. No digo evangelizador porque como bien dijo el doctor Beltrán en aquel impresentable acto central del centenario, Fray Junípero los descubrió a ellos antes que ellos a nosotros. Por cierto, ya puestos a ensuciar la estatua de la Plaça de Sant Francesc, yo pintarrajearía la del futbolista, o lo que sea, que hay a la entrada del parking del Son Moix Estadi, no sea que algún incauto caiga en la trampa del Visit Mallorca Estadi y tropiece de buenas a primeras con tamaño mamotreto.

Sí, este club que bajo las barras y estrellas ha balanceado un ascenso con dos descensos, sigue con su política de esmerilado ante cualquier caso y circunstancia. Nos tuvimos que imaginar el por qué de la inversión a la cola del Rangers, el Getafe y el Levante, la inconsecuencia del nombramiento de Maheta Molango con plenos poderes, el desprecio del último mohicano mallorquín, Monty Galmés, la humillación de la bajada a los infiernos de Segunda B, le política de saqueo del mallorquinismo más profundo y todo aderezado con inauguraciones de cafeterías en Son Bibiloni, «chill outs» a ras de campo en una esquina o una minigrada que nadie sabe para qué sirve ni qué función detrás de una portería.

Luego llega de rebote el ascenso a primera división y Molango se ve revestido de bendición papal y la infalibilidad inherente a su condición. Ficha jugadores a través de Javier Recio, los obliga a cambiar de representantes, desoye al entrenador y planifica una plantilla sin mayor exigencia ni consulta que sus delirantes sueños de grandeza personal. Y ya saben el resto, cese fulminante para ser sustituido por su delator, al que él mismo había contratado, sin una explicación sin un motivo que todos pensamos pero que el club no ha explicado aun a día de hoy. Como no ha analizado el por qué de su desidia en el mercado de invierno, ni la curva que ha conducido al punto de partida. Ni si Vicente Moreno se va o se queda, ni quién filtró la noticia de su deserción, ni qué futbolistas vienen o se van, ni si interesa el ascenso del Mallorca B. Y muchas incógnitas que siguen en sin resolver.

Ya lo decía Casimiro Sendra, Cassen, aquel cómico español de los años sesenta: «ustedes pregunten lo que quieran que yo contestaré lo que me dé la gana». O sea, nada. Al menos espero que las ensaimadas fueran del día y no repartieran tortitas con mantequilla de cacahuete.