Dos que dependen de uno
Sin que tenga por qué guardar ninguna relación, al menos sería curioso que al mismo tiempo que la Selección española de fútbol conquistara la Eurocopa, el presidente de la Federación, Pedro Rocha, fuera inhabilitado tal como propone el Tribunal de Arbitraje Deportivo. Una decisión que, igual que sucedió al cesar Luis Rubiales, resolvería el problema a medias porque lo que necesita la Española, también la Balear, es que entre una excavadora. De haberla puesto en marcha hoy no sería necesaria la espera a la que no pocos están atentos.
En medio de la calma, el paisaje y la belleza del puerto de Andratx, Mateu Alemany se aburre. Tras su éxito y siguientes avatares en Valencia y su salida a tiempo y por tiempos del Barça, tiene mono de fútbol. Tiene apalabrado su nuevo cargo en las Rozas, el que ocupó Albert Luque pero con más poderes, pero depende de la continuidad del actual presidente. Y, a su vez, de eso cuelga el traslado de Pep Sansó a Madrid, que se verá obligado a permanecer en Palma como director general, es decir, como funcionario contratado y con un apetecible salario. De una cabeza penden, como mínimo, otras dos.
El ex presidente extremeño, que le ha tomado el gusto al sillón, refugiado aparentemente en el regazo de Alexander Ceferin, su homónimo en la UEFA, carece de discurso y necesita un curso acelerado de hablar en público. Esa falta de lucidez le valió pasar de testigo a imputado en la causa que se sigue aun contra su predecesor. Y si cae no le salvarán ni Lamine Yamal, ni Nico Williams.
Aquí, en Baleares, los apoyos son otros, demasiado evidentes por cierto. Sin embargo al final todo se sabe y hoy en día, por sumiso que sea el neo periodismo, es imposible tapar las vergüenzas.