El fútbol cambia de amos
Pues a lo que iba. Tras el Mundial de Mexico 86, Miquel Contestí, presidente del Mallorca, logró fichar a Ezaki Badou, portero de la Selección de Marruecos que había sido una de las sensaciones del torneo. Tras el llegaron otros futbolistas como Hassan Fadil, Hassan Nadir y otros jugadores procedentes de distintos países de Africa, continente que, según predijo el hombre que había sacado al Mallorca de su mismísima desaparición, representaba el futuro del fútbol.
No se equivocaba. Toda la Europa futbolística está plagada de jugadores africanos y hace un tiempo que también ha empezado el desembarco de los asiáticos. No hace falta ser un visionario para darse cuenta de que van en aumento las inversiones de fondos árabes y americanos no solo en las sociedades anónimas deportivas, sino en los derechos de los profesionales del balón, incluyendo técnicos de distinto orden y consideración.
El aterrizaje de Messi en Miami, por cierto en un equipo poco puntero en la clasificación de la MLS, o el de Cristiano, Benzema y cada vez más y mejores jugadores en las ligas árabes, no es para tomárselo a broma, sino un nuevo síntoma de la conquista en progreso y el nuevo fútbol que viene ante la evidente ruina de los clubs continentales tal como los hemos conocido. En España ya son trece los controlados por agentes extranjeros, entre ellos el Mallorca, y esto no ha hecho más que empezar. El dinero siempre gana o casi siempre, y aquí cada vez hay menos.