El «fútbol rosa» ya está aquí.
Ahora que un jugador del Getafe ha salido del armario y que hasta se ha publicado una relación de deportistas que se han declarado homosexuales es el momento de recordar el «fútbol rosa» del que se lamentaba en su día Javier Irureta. Supongo que lo próximo será preguntar si las mujeres árbitros o las asistentas, se cambian en el mismo vestuario o se visten y duchan por turnos. Seguro que hay quien se ha adelantado.
De hecho creo que el Hola ya llega tarde porque algún editor avispado creará un suplemento o revista del corazón a los cambios de sexo en el fútbol y no digamos a las novias, esposas o parejas de los ases y menos ases del balón, no mal llamados «esclavos de oro» por Tomás Martín Arnoriaga. (Sedmay Ediciones. 1976). Ya hace casi medio siglo que el autor editó una foto de un partido de fútbol femenino cuyo pie rezaba: «Las mujeres, prendidas también y un poco más cada día por la noria absorbente del fenómeno y la mística futbolistica».
Pero no, de momento los maridos de ellas no han llamado la atención de los paparazzi. Todo se andará. No deja de ser curioso que cuando en todo el mundo se normalicen los géneros, las tendencias sexuales y se proclame la igualdad, no dejen de salir informaciones, chismes o lo que se les quiera llamar como prueba de que falta mucho camino por recorrer y el futuro del fútbol no pasa precisamente, o no debería, por apartarse del terreno de juego aunque muchos de sus personajes, no todos, sean públicos.
Claro que si en medios de comunicación estrictamente deportivos se hacen eco de ciertas noticias de «First Days», «El Hormiguero» o «La isla de las tentaciones», nos tememos lo peor. Que no está por llegar, sino que ya lo ha hecho.