El Rayo que no cesa
El Rayo ha empezado como Iraola lo dejó. No ha acusado las bajas de Catena y Comesaña, mantiene el bloque que le ha dado éxitos y Francisco, su nuevo entrenador, ha aportado su propia personalidad a un conjunto que ya estaba formado y adiestrado. Su fortaleza no solo reside en su filosofía colectiva. También tiene individualidades. Su mayor peligro reside en las bandas con doble estilete; Isi y Balliu por un lado, Alvaro García y Espino por el otro. Con la única ausencia de Mumin por sanción, Aridane y Lejeune, buen lanzador de faltas y peligroso en el juego aéreo, forman pareja de centrales. El capitán, Oscar Trejo, dirige la orquesta en el centro del campo, con Oscar Valentín de barrendero, aunque no podemos olvidar el refuerzo de De Frutos y, si necesita contrafuertes, el poderoso Pathé Ciss. Arriba Camello o Raúl de Tomás completan un once que defiende, crea, corre y dispone de una artillería de puntería eficaz a larga distancia.
Javier Aguirre ganó una vida el pasado martes, pero está por demostrar que su invariable religión sirve lo mismo para un barrido que para un fregado y por ver si repite con dos delanteros a vuelve a dejar a Muriqi solo ante el peligro, como Gary Cooper. La entrada de Maffeo en la enfermería garantiza la alineación de Gio y el técnico, que se lleva a otro lateral diestro, el canterano Miguelito, anuncia la titularidad de Antonio Sánchez como jugó contra el Barça o quién sabe si en «plan Galarreta». La forma en que se visualizan las batallas nunca dejará de su un misterio mayor que su desarrollo efectivo. El cansancio de algunos, en este caso, influirá en las decisiones.
El malagueño Melero López, 44 años y 10 de ellos en Primera, es quizás el que ha mostrado mejor evolución en su inicialmente errática trayectoria. Sobrio, eficaz y poco dado a errores groseros. Parco en tarjetas, ajeno a los ambientes. Solamente lleva dos partidos esta temporada con el Barça y el Real Madrid como locales. En el VAR, el toledano adscrito a la Rioja, Soto Grado, más pejiguero. Una buena actuación rebajaría la tensión que rodea el mundo arbitral tan en entredicho.