El tormento y el éxtasis
Lo recordó, sin necesidad, la presidenta de la Comunidad de Madrid después de ganar la liga: «el Real Madrid es marca España». El Barça también. Lo sabe la Federación, lo sabe la Liga y lo saben los árbitros. Lo saben hasta los más viejos del lugar incluido el solitario cabrero de Majaelrayo que anunciaba el Mitshubishi Montero. También lo saben los operadores de televisión y las plataformas que compran y emiten los partidos de competiciones domésticas o internacionales. Y lo sé yo, que no tengo más remedio que escribir de la final de mañana si no quiero quedarme en fuera de juego.
Cuenta Pérez de Rozas que el Tata Martino reconoció a Messi su condición divina, pero también le rogó que no se lo recordase todos los días. A mi eso me pasa un poco con Florentino Pérez de quien trasciende su infinito poder hasta el punto de abrazarse a Isabel Diaz Ayuso y el alcalde Martínez Almeyda para celebrar el título español y al mismo tiempo colar a un periodista de El Pais en el avión oficial de la expedición merengue para traer su tropecientas Copa de Europa.
Hemos sentido el espíritu del Bernabéu encarnado en Juanito, el miedo escénico que provoca según Jorge Valdano y ahora, renovado, ni te cuento o canto, como Taylor Switf, Luis Miguel y Aytana. Nos gustaría descifrar qué quiso dar a entender la norteamericana cuando soltó eso de «ni de coña» o «ni borracha», tal cual estuviera en el Congreso de los Diputados. La ha debido doler a Pep Guardiola que ni por asomo, ni ebrio, ha aprobado su asignatura de comprensión lectora entre las páginas del manual de resistencia del «tropecampeón». Mañana se lo explicarán los teutones de Dortmund. Seguro.