El último vals

En horario poco tradicional para España, al gusto de los japoneses que quieran ver a Kubo, el Mallorca visita por primera vez el Nuevo San Mamés que, sin público, impresiona menos. Tampoco asusta la delantera del Athletic, que fundamenta sus buenos números como local en la mejor defensa porque, perdido Aduriz, su poder realizador le sitúa por debajo de 14 equipos en una eventual clasificación de anfitriones. Eso si, como contrapartida, Unai Simón solamente ha visto perforada su portería en ocho ocasiones. En resumen, el sexto mejor equipo en casa recibe la visita desesperada del peor visitante de la temporada.

Los de Garitano se encuentran de la Europa League a la misma distancia que los de Vicente Moreno de la permanencia. En relación a sus objetivos, ambos lo tienen mal, pero si la escuadra insular no gana puede dar por perdida la categoría. De ahi la necesidad, la urgencia, y la angustia, que no el pesimismo. El técnico de Masanasa tendrá que decidir si insiste con tres centrales y activar antídotos contra la velocidad de Williams, la habilidad y el recobrado sentido común de Muniaín, sin dejar de vigilar la carga de experiencia que aporta Raul García, uno de los pocos leones que quedan en un vestuario de cachorros.

Amortizado el debut del niño Luka, al Mallorca no le queda otra que jugarse el todo por el todo. Luchar como siempre, correr como nunca y hacerlo casi todo bien. Nada fácil. Pero si no sale, la factura será la de haber bailado el último vals.

El mismo árbitro designado para la primera vuelta, el asturiano González Fuertes, también pitará esta vez. Particularmente ya no me gustaba en Segunda y sigue sin convencerme en Primera. Ave de granja más que de caza. En Palma señaló un penalti en cara área. Abdón tiró fuera el suyo y Aduriz, gentil, le regaló el otro a Reina. Un tiro de Larrazábal al palo pudo cambiar la historia de aquel empate sin goles. Hoy se escribirá una distinta. O no.