Falta de costumbre

No estamos acostumbrados a ver perder a Rafa Nadal. El tampoco. Menos aun a salidas de tono que contrastan con su habitual comportamiento deportivo, caballeroso y señorial. Ayer no era el día. Sus protestas hacía el árbitro, mujer por cierto, de su partido contra Dominic Thiem, no eran justificadas reglamento en mano y mucho menos es función arbitral la de valorar la dificultad o duración de un punto para retrasar el saque del siguiente. Nuestro admirado paisano no estuvo fino en esto ni en abandonar la pista sin dar la mano a la juez.

Dicho esto, carece de importancia si Djokovic le arrebata o no el liderato del ranking de la ATP. Ser el número uno, el dos o el tres no cambia  a su circunstancial dueño. Roger Federer ha llegado a jugar como quinto clasificado y nadie se ha atrevido a poner en duda su calidad e incluso su supremacía más allá de la aritmética de los puntos. Tampoco creo que el tenista de Manacor haya salido nunca a una pista pensando en la tabla de profesionales del lunes posterior. Las actuaciones de cada uno en este Open de Australia no variará ni el concepto ni el respeto que cada aficionado al tenis sienta por estos y otros jugadores. Para sus simpatizantes todos son el primero y lo demás no pasa de pura anécdota para escribir titulares en medios de comunicación.