Fútbol o industria
Era fácil de imaginar que Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol metiera la pata en cualquier momento, en buen mallorquín decimos que «de porcs i de senyors n’han de venir de casta». Es una pena que determinado tipo de personas ocupen puestos de responsabilidad o representación y no me refiero solamente a su capacidad intelectual, sino al mínimo de educación y comportamiento en público que hace tiempo carecen del más mínimo valor social. Este es el ejemplo que dan y más lamentable, que tales hechos desvíen la atención de lo realmente importante: el título conseguido por las chicas en Australia no después de improbos esfuerzos de toda índole.
Tampoco pasa de mero oportunismo recordar ahora a clubs que hace tiempo apostaron por la incorporación de la mujer al fútbol. El Collerense y el Son Sardina, entre otros, no necesitaban un mundial para que hubiera quien reivindicara precisamente en este momento su aportación, ignorada durante años. No menos ridículo que aspirantes a «influencers» aferrados a filiaciones políticas para medrar a falta de mayores méritos. Con o sin campeonato los dueños americanos del Mallorca tuvieron que plantearse la creación de una sección de fútbol femenino desde su mismo desembarco, tal como hemos reclamado reiteradamente desde este blog semanas, meses y años atrás.
No es menos cierto que la reciente gesta, aun caliente, constituye una pista de despegue para dejarse de besuqueos y evitar que, en su desarrollo, el fútbol femenino siga la deriva decadente del masculino.
«He perdido romanticismo, pero no dentro del campo. De hecho, he estado un año sin entrenar y cuando me ponía a entrenar para mí era vida. Y los minutos que tengas, el vestuario… para mí eso es fútbol y lo demás es industria», sentenció Alexia Putellas. Lo que la verdad esconde.