Horarios por sorteo

Uno de los elementos de manipulación del campeonato de liga es precisamente la designación de horarios. Generalmente los peores son para los equipos modestos porque, bajo la excusa de la audiencia televisiva, la Liga de Fútbol Profesional entiende que no generan expectación suficiente en horarios de «prime time», es decir a partir de las ocho de la tarde. De hecho y aunque sea el menos indicado para protestar, el Real Madrid ya ha levantado su voz por el hecho de tener que jugar su primer partido a las cinco de la tarde, mientras el Barça lo va a hacer a las nueve, una hora sin duda más refrescante y menos calurosa.

Para analizar queda el hecho de que los equipos que compiten en Europa no entren en el bombo de los lunes. De hecho los de la Copa de la Uefa no juegan hasta el jueves, por lo que deberían someterse a los mismos derechos que el resto, mientras los cuatro de Champions se limitan siempre al sábado. Bueno, ya veremos lo que dice la Federación al respecto, aunque mucho me temo que Rubiales lo tiene complicado y, de rebote, los aficionados también.

La solución sería bien sencilla. Solamente se trata de querer aplicarla. Sorteo puro. En primer lugar se determinan los horarios desde los más extravagantes, sábado a la una del mediodía o las dos y otros parecidos, hasta los más lógicos, siete de la tarde en horario veraniego y cinco o seis en el invernal. Una vez decididos días y horas, se asignan por mera lotería y jornada a jornada, le toque a quien le toque. Al menos solo intervendría el azar y no el dedo del manipulador de turno.

Y aunque a algunos les parezca hilar muy fino, digo lo mismo del calendario asimétrico. Si no se aplica la repetición de la primera vuelta con el factor campo a la inversa y en el mismo orden, no tiene sentido sortear en julio lo que se va a disputar en febrero. La primera fase de apertura en agosto y la segunda, de clausura, a remover de nuevo las bolas en diciembre. Fácil y, sobre todo, transparente. Seguro que al adalid de la lucha contra los sobornos, el presidente de la Liga, Javier Tebas, no le gusta ninguna de las soluciones. Ni a él, ni a su socio.