El Atletic Balears se hunde

No me acuerdo de cuántos entrenadores han pasado ya por el Atlético Baleares desde que Ingo Volkmann lo compró. Lo que si sé es que el director deportivo no se ha movido en ocho años y que su secretario técnico, asesores externos incluidos, se aferra a la silla con la misma firmeza que los aficionados saltan de sus asientos para increpar merecidamente a los ocupantes del palco.

Si Jordi Roger fuera la persona indicada, no esperaría que le cesaran, hace tiempo que habría dimitido para reconocer los múltiples errores cometidos en los fichajes efectuados y la planificación de la plantilla. Patrick Messow, su compañero de fatigas e inmediatamente superior en el escalafón, no debería esperar a que el dueño regrese a la Isla para comunicarle su dimisión aunque sea por teléfono. Y, escalando la pirámide hasta lo más alto, el presidente podría dejar de lado tanto discurso vacío, abandonar su representación de salvador y no recurrir a auto entrevistas en redes sociales para negar lo evidente: esta casa es una ruina.

La debacle blanquiazul no se circunscribe a los ocho partidos y siete derrotas que jalonan su inicio de carrera esta temporada. La decadencia, que de eso se trata, se pergeña desde hace tiempo a base de decisiones en caliente, contrataciones en frío, consejeros aprovechados y el manejo de un club como si fuera el juguete con el que divertirse los fines de semana. Una cosa es lo que cada cual quiera hacer y otra lo que pueda ejecutar. Y me temo que el problema reside precisamente en este impedimento, entre telarañas menos resistentes. Difícil solución.