Jugar bien es ganar
A equipos como el Mallorca, modestos y limitados, no se les puede exigir que jueguen bien. Se les podría pedir, pero con lo que representa el descenso, demasiado frecuente por otra parte, prima el resultado. Esto es lo que, desde su llegada a Palma, ha entendido mejor que nadie Javier Aguirre, la experiencia es más que un grado, afecto a la idea de Bilardo: «jugar bien es ganar», de la que tampoco huía Héctor Cúper con mejores jugadores.
Estoy completamente seguro que las flores que desde distintos entornos regalan al entrenador mexicano, se convertirían en afiladas lanzas si los resultados fueran adversos por vistoso y espectacular que fuera el juego desplegado por sus pupilos, de otro lado nada sencillo de acuerdo con el potencial y las características de la plantilla a su disposición.
Si a punto de finalizar la primera vuelta del campeonato echamos un vistazo a la clasificación, tampoco es que podamos admirar las prestaciones de los equipos que le van merecidamente por detrás. Más aun, lo que se dice o podríamos apreciar como un buen fútbol no lo observamos más allá de algunos partidos del Barça, el Real Madrid, ahora parece que en un ligero bache, y la Real Sociedad, verdadera revelación de la presente liga.
El hecho de que el Mallorca, en el ecuador de la tabla, transite a tres puntos en dirección a Europa, abriga ilusiones posiblemente lejanas y también postergables, pero indica que clubs con mayor presupuesto y nóminas mucho más elevadas no andan sobrados de nada. La interpretación del dato indica el nivel menos que mediocre de la Liga que presume, solo eso, de superioridad técnica y moral. Pero la realidad supera de largo a la ficción.