Jugar bien y gestionar mal
Mientras el CEO del Mallorca dicen que anda por Milán buscando un lateral zurdo y trata de cerrar con el Sevilla la cesión de un extremo que Vicente Moreno no ha pedido, la Federación Española de Fútbol se la mete doblada al programar su partido de Copa contra el Zaragoza en La Romareda el martes a las siete de la tarde sin tener en cuenta que el Valencia visita Son Moix el domingo al mediodía. Era de esperar. Las connivencias con Javier Tebas tienen su precio en las Rozas y viceversa.
A todo eso el nuevo entrenador del Barça, Quique Setién, aterriza con una profecía: «prometo que jugaremos bien». Defina usted lo que es eso porque, lamentándolo mucho, no hay una sola manera de jugar bien y desde luego una de ellas no consiste en hacer trescientos pases seguidos en campo propio y tardar media hora en llegar al área contraria como hizo el Betis en sus últimos tiempos. Claro que allí no estaba Messi, un matiz esencial.
Entre los entrenadores no hay solidaridad que valga. Se tiran a degüello por ocupar uno el asiento de otro. Otra lección de vida que hay que agradecer al fútbol como bien decía Albert Camus. Otrora un cantante, Pi de la Serra, afirmaba que si todos los fantasmas volasen nunca veríamos la luz del sol. Bueno, él no decía exactamente fantasmas, sino algo peor. Pero ambos tenían razón.