Jugar con fuego (2-1 en el Sánchez Pizjoán)
Ni el gol de Abdón en el minuto 95 maquilla un nuevo naufragio del Mallorca en la segunda parte después de que el dúo de delanteros del Sevilla, primero En Nesyri al cabecear a placer un regalo colectivo de la numéricamente firme defensa balear; el segundo, Isaac en una contra que le permitió encarar sin más oposición que la de Maffeo, desastroso en su reaparición como titular, a Rajkovic con la fortuna de que su remate tropezó en el lateral y superó por alto al cancerbero.
ALINEACIONES:
Sevilla F.C.- Nyland (2), J.Navas (1), Badé (1), S.Ramos (2), Gudelj (1), Ocampos (1), Agoume (0), Oliver (1), Soumare (1), Isaac (1) y En Nesyri (2).
Tras el intermedio, Suso (2) por Agoume. En el minuto 81, Acuña (-) por Gudelj y Lukebakio (-) por Isaac. En el 89, Lamela (-) por En Nesyri y en el 93, Juanlu (-) por J.Navas.
R.Mallorca.- Rajkovic (2), Maffeo (0), Valjent (1), Raillo (1), Copete (0), Costa (1), Samu (1), Mascarell (1), Dani Rodríguez (0), Radonjic (2) y Muriqi (1).
Minuto 59, Larin (0) por Radonjic. Minuto 70, A. Sánchez (0) por Valjent, Sergi Darder (1) por Dani Rodríguez y Morlanes (0) por Mascarell. Minuto 82, Abdón (-) por Muriqi.
ARBITRO:
Hernández Hernández (2), de Lanzarote. Cometió pocos errores, pero se pasó con una amarilla a Samu por protestar, pues le habían hecho falta y no era para tanto y otra a Copete. Ninguna a los locales. Repartió faltas, siete por siete. Dejó jugar bastante y erró lo justo o casi nada.
GOLES:
Minuto 60, Suso le coge la espalda a Samu, Copete falla en su intento de despeje, Raillo sale a cubrir abandonando su zona y el sevillista, bombea al segundo palo donde En Nesyri llega solo y cabecea a placer desde muy cerca. 1-0
Minuto 74, en pleno desconcierto tras el triple cambio introducido desde el banquillo visitante, Isaac recibe un balón en profundidad y dentro del área remata con la izquierda, el balón golpea la bota de Maffeo y se eleva por encima de Rajkovic. 2-0
Minuto 95, Sergi Darder saca una falta sobre el área local donde Abdón se eleva por encima del grupo para marcar los tiempos en un cabezazo que se aloja a la derecha de Nyland. 2-1
UNA VIDA MENOS
Javier Aguirre es el hombre milagro. Todos le hemos comprado que dirige una plantilla muy mala con la que él hace más de lo que puede. Sabe más que cualquiera de nosotros, qué duda cabe, por lo que nunca entenderemos los méritos de Maffeo para sentar a Gio, los de Copete para suplir a Nastasic ni, de eso ya no hace falta ni hablar, qué cabe esperar de Larin a estas alturas de la película.
Tampoco se nos permite comprender la causa por la que sus pupilos salen con la caraja en las segundas partes en las que, físico aparte, un simple cambio de orden en el medio camo enemigo carece de réplica. Ocurrió en la final de la Copa del Rey cuando Vesga reemplazó a Prados y se repitió en el Nervión al entrar Suso por Amoure. La primera ocurrencia, un minuto antes de la caída del muro, no precisamente el de Berlín, fue nada menos que relevar al único jugador que molestaba en el área del anfitrión, Radonjic, firmante de una asistencia a Muriqi que el kosovar estrelló sin portero en el cuerpo de Sergio Ramos, para meter en liza, adivínenlo, al mismísimo Larin. Ahorraremos la blasfemia a la espera de que en alguna rueda de prensa el «Vasco» de digne explicar qué aporta el canadiense porque no será, digo yo, esa calidad que tanto echamos de menos.
Ya contra reloj y en camino de perder una de las vidas que le quedan al equipo, el clásico triple cambio a la desesperada. Esa calidad por la que el técnico clama pero nunca cuenta, tres centrocampistas de golpe, Morlanes, Darder y A.Sánchez, con Valjent fuera, no Copete, Mascarell, aunque Samu arrastraba una tarjeta, y Dani Rodríguez. Antes de que alguno, solo el primero del trío, quisiera poner orden, el caos lo aprovecharon los de Quique Sánchez Flores para rematar la faena. La Feria se había acabado el domingo y los bermellones no se habían enterado.
Pero que no cunda el pánico. Son setenta y tantas jornadas sin entrar en posiciones de descenso, más la de hoy y, pase lo que pase el domingo, otra de comodín. De momento hemos elegido susto. La opción no tiene remedio ni vuelta atrás. Dejaremos de mencionarla por pura superstición.