La FIFA quiere imponer orden

Es probable que el asunto interese poco o nada a los aficionados. Hacen mal porque incide directamente en la economía de los clubs y aunque para sus propietarios y directivos prima la televisión que, por cierto, cada vez reduce más su inversión en los derechos audiovisuales de las grandes ligas europeas, La FIFA ha regulado la intervención de los agentes o intermediarios de acuerdo con los baremos que ya se anunciaron en este blog hace meses.

De entrada quienes no obtengan la nueva licencia que el organismo presidido por Infantino expide desde hoy y hasta el 1 de octubre como plazo máximo, no podrán actuar en ninguna operación de traspaso de futbolistas entre clubs de federaciones de distintos países. Trámite aparte, solo podrán percibir una comisión del 10 por ciento de parte del vendedor, del 3 si actúan por cuenta del jugador o el comprador y en caso de que representara a ambos, un 6 por cien. Además está vetada su participación en ambos frentes a la vez, o sea que no podrá intervenir en nombre de los dos clubs dentro de la misma operación.

Naturalmente las grandes oficinas de intermediación han puesto el grito en el cielo. El movimiento de jugadores es uno de los grandes negocios del fútbol actual, eso que Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, define como la «industria del fútbol», aunque lo sea más para unos que para otros. Pero «egipcios aparte», nada por delante algo por detrás, las cantidades que se manejan se han disparado hasta rozar la obscenidad y, lo que es peor -bueno, no sé si es peor- que las sociedades anónimas deportivas no pueden pagar a través de sus ingresos ordinarios o incluso extraordinarios.

Poner a los agentes, representantes, intermediarios o como se les quiera llamar, en su sitio es un primer paso. Limitar el tope en traspasos o transferencias es el siguiente, sin dejar de lado el reglamento inherente a las cesiones, que constituyen un fondo de armario almacenado en los despachos de grandes fondos y no precisamente en los de los clubs que las pagan.

La paradoja es que vaya a imponer orden, quien más tiene que callar.