La imposible balanza de pagos del fútbol

El fútbol es caro. Sería de perogrullo pensar que lo que cuesta un futbolista, el mantenimiento de un estadio, una ciudad deportiva con sus instalaciones anexas, lo sueldos de los directores deportivos, financieros y otros altos ejecutivos, no vaya a repercutir en el precio de las localidades. La casa se construye al revés porque en vez de comenzar por regular el mercado de jugadores y aplicar «eres» «ertes» y demás familia empezando por los salarios más elevados, los clubs pretenden imputar sus gastos a la televisión y sus aficionados. La primera oferta a la baja y los segundos no están para gastos supérfluos y, no nos engañemos, pagar una entrada para ver un Mallorca-Elche, solo como ejemplo, es, en principio, un capricho innecesario.

Lo que en realidad se paga es la visita del Real Madrid o el Barça, con tres o cuatro más, de forma abusiva. El truco está en que, si no eres abonado, uno de esos partidos te cuesta lo mismo que lo que pagas por toda la temporada. Así funciona este mal entendido negocio y peor espectáculo. De ahí que, como venimos insistiendo, el público interesa cada vez menos a los propietarios de las sociedades anónimas deportivas, dedicadas básicamente a explotar los más profundos y al mismo tiempo ingenuos sentimientos de sus clientes, porque tendremos que convenir que si uno prescinde de su pasión por un equipo, no hay partido relevante ni encuentro digerible. Eso explica la irreversible decadencia de los torneos amistosos. Pocos van a contemplar un lance deportivo, sino sencillamente a ver ganar a los suyos.

Es completamente lógico que los dueños americanos del Mallorca, que compraron este chiringuito como pudieron invertir en cualquier otro, emitan una tabla de ventas para abonados como la que han publicado estos días y, al mismo tiempo, es normal que sus seguidores los consideren prohibitivos. En realidad es un choque de intereses de distinto grado que se desequilibra en cuanto resulta imposible cuadrar los ingresos con los gastos. O sea, siempre. Al menos tal y como sigue montado este circo.