La liga más manipulada
La manipulación de la liga resulta tan evidente como indignante. Se percibe en los horarios de cada jornada, en las designaciones arbitrales y en los cada vez más numerosos errores en sus decisiones, tan claros, que no admiten la posibilidad de una equivocación casual, por no hablar de las sanciones impuestas o amnistiadas por los comités.
Esta misma semana hemos presenciado la compensación al Celta de los atropellos sufridos hasta la fecha, esta temporada, a costa de expulsar a un jugador del Cádiz en una acción dudosa que, como tal, exige su no aplicación. Que en caso de duda no existe sanción es algo que los árbitros olvidan con demasiada frecuencia, sean los del VOR o los de campo. La reparación de un perjuicio no admite justificación con otro fallo garrafal o, lo que viene a ser igual, ningún equipo es culpable ni tiene por qué pagar el daño causado a otro.
Esta acción, una falta de Chust que conllevó tarjeta roja, comportaba por ello la intervención del VAR, no de haber sido amarilla, en el que se encontraba el árbitro navarro Prieto Iglesias, un pésimo colegiado ascendido y descendido dos veces que acaba de emitir un comunicado a través del que deja entrever su temor al tener que tomar ciertas decisiones y anticipa una próxima declaración sin determinar si su incomodidad es por un malestar personal o como producto de su actividad. En cualquiera de ambos casos, motivo suficiente para no asignarle labor alguna hasta que se aclare.
Los problemas arbitrales han aumentado exponencialmente desde el acceso a la presidencia del Comité Técnico de la Federación Española, del sevillano Luis Medina Cantalejo, designado directamente por el cesado Luis Rubiales y no elegido por el colectivo que dirige. Tampoco se ha tomado medida alguna ante el acoso, denunciado por los propios afectados, sufrido por parte de medios adscritos a la disciplina de algún o algunos clubs.
Si ya fue de una gravedad extrema, la concesión de un gol precedido de una doble infracción reglamentaria, concedida por el señor Vivás Páez en el partido de juveniles Serverense-Murense que dio la vuelta a España y parte del mundo, no implica que cada jornada no se reproduzcan resoluciones menos escandalosas pero no menos graves que, en su mayoría, castigan el prestigio deportivo y la estabilidad económica de equipos modestos, sea cual sea la categoría en la que compiten.