La picota contra la raqueta
No pocos se han rasgado las vestiduras por el hecho de que Rafa Nadal haya aceptado ser embajador del tenis de Arabia Saudí. Cobrando, ¡faltaría más!. Está en su derecho y lo que realmente me sorprende de este alboroto es que no se haya escuchado, visto o leído a nadie durante la procesión sin fin de futbolistas, entrenadores, técnicos y deportistas de distintas especialidades que se han ido para allá desde hace años;, empezando por otra embajada, la de Messi, los Xavi, Laporte, Cristiano y una lista cuya extensión me obliga a recortar el espacio de este blog.
Vale. Entiendo que sus triunfos, su carrera y su educación, de la que presume más su tió Toni que él mismo, han hecho del mallorquín, para mucha gente, un icono a imitar. Los más destacados columnistas han firmado artículos deplorando que un deportista, una persona con tan grandes valores, acepte representar a un país donde no existe igualdad entre hombres y mujeres ni se tienen en cuenta los derechos humanos. Tampoco hablaré de eso por si hiero ciertas sensibilidades de gobiernos i países que se autodenominan o denominamos civilizados.
Menos aún caeré en la tentación de plantear qué haría cada uno de los sobresaltados ante semejantes tentaciones económicas, aunque me gustaría verlo. Según se sabe la responsable de la Federación de Tenis del lugar en cuestión es una mujer, supongo que con velo pero una mujer. Punto y aparte. Lo que no trago es la doble moral imperante por la que se decide quién lo hace bien y quién mal en idénticas circunstancias. No defiendo al de Manacor que, por otra parte, no lo necesita, ni tampoco le censuro, ¿quién soy yo para eso?. Me limito a respetar la libertad de cada ser humano para tomar sus decisiones y me rebelo frente al «postureo» de exigir lo políticamente correcto a unos si y a otros, no. Si bien admito que esto es lo fácil.
Ah y, de paso, no he sabido que el gran «educador» haya dicho ni media palabra al respecto. Supongo que las clases deben de haber acabado por nota o por edad. Sin repetir curso, por supuesto.