Los datos de la deserción

La masa social, influencia o capacidad de convocatoria de un equipo en su entorno no se puede medir en términos absolutos. 7.000 en Palma en las gradas de Son Moix capaces de albergar a más de 24.000, no es lo mismo que 3.000 en Majadahonda, en cuyo feudo, «El Cerro del Espino» no caben más de 3.500 almas. Para valorar adecuadamente la respuesta de cada afición es preciso establecer porcentajes en relación al aforo total de cada escenario, ya no digamos en proporción al número de habitantes de cada ciudad o núcleo puesto que si vamos a esto la respuesta de la población al proyecto del Mallorca sería ridículo si tenemos en cuenta que Palma es la tercera capital entre los equipos de Segunda, solo por detrás de Zaragoza y Málaga.

Lo que habría que hacer es analizar las causas del escaso eco que recibe el club decano bajo la propiedad del capital americano ya conocido y la gestión de Maheta Molango que, sin duda, ha contribuido eficazmente a una evidente deserción pese a la campaña que lleva a cabo el primer equipo bajo las órdenes de Vicente Moreno. El cierre parcial de las tribunas, el redireccionamiento de las localidades a disposición de los abonados y otras decisiones ajenas a los deseos de los seguidores más fieles, solo son una parte de las causas de los malos datos que se reflejan en el cuadro adjunto. Rectificar es de sabios, pero si eso es cierto, en las oficinas del recinto del Cami dels Reis no hay muchos. Eso si, sabiondos un montón.

Los fríos números indican que el Mallorca es antepenúltimo en asistencia de espectadores y su promedio se encuentra incluso a mucha distancia de la línea que marca la media global de espectadores en los campos de segunda división.