Más que ciudad, aldea deportiva

Hace tiempo que Son Bibiloni no da frutos. Constantes bandazos, cambios de dirección, objetivos difusos en unas instalaciones mal gestionadas y peor explotadas aparte del empeño inútil de construir allí una residencia para futbolistas estudiantes que las instituciones deniegan. Molango presumió de cafetería y Sarver, con sus «boys», aspira a un hotel. Todo menos poner el dinero en el campo o, los campos en este caso.

Se marchó Pablo Ramón, lo acaba de hacer el chaval Ferrán Quetglas, portero de brillante porvenir según dicen, le han hecho la cobra a Leo Román y no fueron capaces de quedarse con Luka Romero. Solo por citar algunos ejemplos.

Ahora y tras la estela de Luis García Plaza, Gayá, Llabrés y Giaquinto polarizan una atención mediática de segundo orden. El primero sufrió una emboscada en pleno Santiago Bernabéu, el segundo sometido a la presión de los minutos de la basura en partidos sin remedio y el tercero ni eso.

Hubo una época en la que el Mallorca B militó en segunda división, como ahora la Real Sociedad B y ocasionalmente, el Athletic, el Sevilla Atlético, o el Barça B. Real Madrid, Villarreal, Betis, Celta, mantienen a sus equipos en Primera RFEF. Después de años de abandono y graves problemas internos, el Mallorca B lidera ahora el grupo balear de Tercera RFEF. Aspira a la Segunda RFEF, si, donde está el Andratx para situarnos y partiendo de la base del mérito de los inquilinos de Sa Plana.

Al desembarcar en Palma los americanos hablaron de un proyecto ? a cinco años. Pues vamos por el sexto y no hay ni idea, ni esbozo, peligra la categoría y la ciudad deportiva parece un semillero para silos ajenos antes que trigales propios.