Media ecuación (0-0 en Son Moix)

Javier Aguirre está fuerte en matemáticas. Dijo que una eliminatoria a ida y vuelta es como un partido de 180 minutos y podemos perdonarle que no se acordara de los de las prolongaciones. Si, ya se han disputado los primeros 90, más 6 en este caso, sin que se moviera el marcador porque el mayor inconveniente de la operación es que los que quedan se disputan en campo ajeno, un detalle nada baladí. Tampoco contabilicemos los que el Mallorca, tras el esfuerzo inicial, usó para poner el motor al ralentí. No hay gasolina para más.

Entre dimoni y dimoni me decían que lo importante era competir y dar buena imagen. Objetivo cumplido y a pensar seriamente en el Rayo. Mejores sensaciones en la primera parte que en la segunda, ya desfondados, como ocurrió ante el Girona con mejor suerte final. El vivo retrato de lo que se refleja en la liga. Medio partido con la intensidad al límite y tras el descanso piernas flojas, resistencia baja y a verlas venir. El resultado, el de siempre: un empate, tablas que, en estas circunstancias, no parecen un buen negocio salvo sorpresa.

¡Qué voy a decir!. A mi me gustaba la Copa de eliminar al Valladolid, al Real Madrid y al más o menos pintado a doble confrontación y hasta llegar al asalto definitivo. No le veo tanto mérito a  una semifinal por haber ganado a tres equipos de regional, dos de segunda división, por cierto en el último segundo, y un sexto triunfo jugando únicamente en casa por satisfactorio que fuera el espectáculo de superar al equipo revelación de la temporada. Lo mismo digo para los otros tres semifinalistas, que conste.

Aun no se acabó lo que se daba, habrá que aguardar a fin de mes. Dejemos la Copa sobre la barra del bar (VAR) y volvamos a la cruda realidad. Lo circunstancial no puede sustituir a lo definitivo.