Menos egos y más autocrítica

  La sinceridad empieza por uno mismo. Quien se mira en un espejo y no advierte defectos no peca solo de inmodestia, sino de tontería. Por desgracia la autocrítica no está de moda en la política, ni en el fútbol, las artes o, por qué no decirlo, los propios medios de comunicación que acuden sedientos a las fuentes de las subvenciones sin advertir que este es el orígen de su evidente decadencia. Siempre les quedará la tabla de internet a la que agarrarse.

No me he enterado de un solo mea culpa de Florentino Pérez en el fracaso del Real Madrid la pasada temporada, ni una confesión de Laporta por la delicada y caótica realidad del Barça, caso Negreira incluido. No digamos los ejecutivos del Mallorca, entregados a la venta del producto para concederse medallas de oro por la reforma del estadio o el fichaje de algunos futbolistas que lo tienen todo por demostrar. Lo tienen fácil, pues nadie rechista.

La sobrecarga del calendario que, para poder encajar partidos y competiciones, arranca esta misma semana, si, en pleno «ferragosto», parece complacer en lugar de convocar un plante indefinido de todos: clubs, jugadores, técnicos, árbitros y aficionados. Y la televisión, «paganini», programa pseudo espectáculos que no atraerían a público suficiente para llenar el mínimo aforo de un recinto de tercera división.

Los jóvenes, despavoridos, huyen al circo de la Kings League y ni siquiera tal certeza reactiva las mentes de quienes, amparados en el control mediático que ejercen, son incapaces de presagiar su propio hundimiento. Suspenso en historia y sobresaliente en auto complacencia. Los egos adormecen. «Reconocer la derrota es la primera etapa de la victoria» y lo dijo Vittorio Pozzo, seleccionador italiano, en el año 1934.