No saben ganar (1-1 en Son Moix)
El Mallorca no supo administrar el balón ni el tiempo después de adelantarse en el marcador a los 80 minutos al transformar Muriqi un penalti que cometió Catena sobre el kosovar. Los 18 minutos restantes fueron un acoso constante de Osasuna que aprovechó Boyomo en el 93 en un balón que cayó muerto de al no blocar Greif muy cerca de su propia línea de meta entre una maraña de defensores y atacantes.
ALINEACIONES:
R.Mallorca.- Greif (1), Maffeo (1), Valjent (1), Raillo (1), Mojica (2), Samu (0), Mascarell (1), R.Navarro (1), Sergi Darder (0), Dani Rodríguez (0) y Muriqi (1).
En el minuto 66, Asano (1) por Sergi Darder. En el 81, Abdón (-) por Muriqi y Jan Salas (-) por R.Navarro. En el 88, Copete (-) por Dani Rodríguez.
C.A. Osasuna.- S. Herrera (1), Areso (2), Boyomo (2), Catena (1), J.Cruz (1), Moncayola (1), L.Torró (0), R. García (0), Aimar Oroz (2), B.Zaragoza (1) y Budimir (0).
ARBITRO:
Cordero Vega (1), de Cantabria. Demasiado partido para un colegiado tan incoherente. En la primera parte perdonó la segunda tarjeta amarilla a Lucas Torró, previamente amonestado, por una fuerte entrada sobre Samu que vió y señaló. A su lanzamiento convirtió un corner evidente en saque de puerta. Acertó en el «penaltito» de Catena a Muriqi y se inhibió de una mano involuntaria de Maffeo en el área local en la que tampoco entró el VAR. Exihibió tarjetas ante Maffeo, del Mallorca y Boyomo, Catena, Lucas Torró y Aimar Oroz, del Osasuna. 10 faltas a favor de los locales y 8 a favor de los visitantes.
GOLES:
Minuto 80, balón de Asano en profundidad sobre Muriqi, derribado ya dentro del área. Lo lanza él mismo, raso y al centro, suficiente para engañar al portero. 1-0
Minuto 93, centro desde la izquierda de Jose Arnaiz, nadie remata ni tampoco despeja, la pelota bota ante Greif, que no bloca, y Boyomo desde muy cerca empuja a la red. 1-1
10 saques de esquina sobre la meta forastera y 7 encima de la del anfitrión.
15.378 espectadores
DE PERDIDOS AL RIO
Un análisis frío dela contienda entre dos equipos emparejados en la clasificación, obliga a reconocer que el Osasuna no mereció la victoria, ni el Mallorca tampoco. Al verse perdidos, ambos se echaron al río para cobrar una pesca menor.
Bien estaría el empate de no considerar la ventaja adquirida por los de Arrasate ya en las postrimerías del encuentro, pero si los futbolistas se equivocan en demasiadas ocasiones, el técnico ha de asumir esta vez su propia responsabilidad al no interpretar que, con el gol a favor, jóvenes inexpertos como Jan Salas nada podían aportar y sus experimentados compañeros fueron presa de un ataque de nervios, cedieron todo el terreno a un enemigo volcado, no supieron nadar y guardar la ropa , sin buscar otra opción que la de mandar pelotazos lo más lejos posible con la vana esperanza de que Asano enganchara alguno, y fueron arrollados hasta que perdieron dos importantes puntos.
Jagoba había dispuesto toda la artillería al llegar a las postrimerías del lance otra vez sin marcar. Se prestaban a salir Jan Salas, Larin y Abdón al unísono, pero el penalti y el gol exigían otro tipo de relevos. La salida de Copete tardó demasiado. Faltó cintura y rapidez para deshacer el triple relevo. Un compromiso para el joven del filial, muy verde para este tipo de compromisos, poco avezado para conservar la posición en medio de una presión asfixiante en la grada y en el campo. Un regalo a los de Vicente Moreno cuya insistencia obtuvo un premio inmerecido.
Resultado aparte, el cronista deja constancia de la incapacidad de este Mallorca para jugar al fútbol. Descontado el Valladolid, quizás el Alavés y el Leganés, puede que ningún otro equipo de la categoría juegue tan mal. Rebasar el círculo central cuesta lo indecible y la lentitud de ejecución en caso de lograrlo impide sorprender al adversario mal colocado o acertar con una asistencia meridianamente clara. Dato: ni un solo tiro a puerta en toda la primera parte. Sin hacer ni siquiera un buen partido, Osasuna dió la impresión de tener las ideas bastante más claras que su anfitrión, si no en crisis, en un declive profundo.
La pena es que, tras una ilusionante apertura, nosotros también nos estamos desenamorando de este espectáculo y no solo por las arbitrariedades del VAR.