La pescadilla y su cola
El problema de la pescadilla es que se unen la cabeza y la cola sin que sepamos quién ni como coloca una dentro de la boca de la otra. Esta semblanza es útil para determinar si los inventos de la Liga y la Federación Española de Fútbol de sacar del país eventos como la Supercopa o algún partido de primera división, son pioneros, como pretenden sus presidentes, Rafael Louzán y Javier Tebas respectivamente o, por el contrario revelan el retraso, la ruina y el mangoneo del fútbol español.
El hecho de que ni una sola de las grandes o más pequeñas ligas europeas se haya planteado tales recursos, así los llaman sus ideólogos, serviría para desmitificar ese burdo truco por el que pretenden vender la promoción de la Liga a nivel internacional. Un respeto a los aficionados y a los propios futbolistas, verdaderos agentes del negocio. Venden los clubs y no todos, no la patronal ni la organizadora de sus competiciones papel secundario al que queda relegada la institución de Las Rozas. La Federación es, como todas, una organización que emite las licencias para practicar su deporte, sortea los calendarios y conserva su gobierno sobre árbitros y entrenadores que, a no mucho tardar, terminarán por depender de si mismos.
El nombramiento de Javier Tebas como vicepresidente supone haber introducido al zorro en el gallinero, donde no quedarán ni huevos, ni gallinas y ni un solo club acudirá a evitar que suceda. Ni el Real Madrid. Ya que al jefe de la patronal, de eso ejerce en realidad, manifiesta con vehemencia su desapego por la Premier League, debería empezar por comparar los que paga la televisión en el Reino Unido con lo que cobra aquí a HBS, la sucesora de Mediapro ahora en proceso de venta y el montante de los derechos audivisuales de los sumisos clubs. También la enorme diferencia de ventas de localidades en los estadios de Gran Bretaña y los españoles.
La pérdida de calidad de las transmisiones con una significativa reducción de cámaras, una locución pésima, una realización infame y, por encima de todo, la censura aplicada tanto a imágenes, como a entrevistas e información, tengan algo que ver con la falta de imaginación para generar beneficios atípicos cuya mínima aportación provoca al descenso de espectadores y, en consecuencia, el interés de las grandes firmas. Aunque, como me decía Pablo Porta durante una de sus vacaciones en el Hotel de Mar de Illetes: «por qué el fútbol tiene que se lo único que funciona cuando no hay nada que lo haga».

