Portería a cero

Para empezar diré que es el final, la primera línea de la letra de Miedo, que también viene al caso,  de la banda murciana de rock M Clan. Si el principal accionista y presidente del Mallorca, Andy Kohlberg, necesitaba más pruebas de la ineficacia, rayana en el desconocimiento, de su gerifalte de fútbol, Pablo Ortells, la inoportuna o más bien catastrófica lesión de Leo Román, deja al descubierto la demarcación más importante del equipo que se va a sortear entre un portero de 23 años finlandés que estuvo seis años en el Chelsea antes de que lo pusieran de patitas en el mercado sin coste alguno, y Cuéllar, una especie de preparador de porteros con ficha que lleva tres años de psicólogo y animador del vestuario.

Bergstrom, que debutó con más fortuna que acierto en la cita copera del pasado miércoles ante el poderoso San Just, de la regional catalana, fue cedido Peterborough, de la EFL League One (la Segunda B británica) y finalmente al Brommapojkarna de Suecia, que no pisa una competición europea desde el 2015 y a cuya Selección acaba de noquear la kosovar de Muriqi. Ah, si, el chico, que no dudo pueda llegar a ser un porterazo, dios lo quiera, es el titular de la Selección  sub 21 de su país, Finlandia, mundialmente conocida por su enorme potencial.

Primero se deshicieron de Rajkovic por ocho millones y pico y esta temporada, tras permitir las reivindicaciones públicas del lesionado, sin llegar a los tuits de Dani Rodríguez, por supuesto, vendieron a Greif por otros cinco o seis, insuficientes para mejorar la plantilla y al precio de cambiar dos porteros de garantías por los experimentos en curso. Si a Ortells, habitual en él, se atreve a decir que a este chaval le venían siguiendo con interés desde hace un tiempo, no le creeré, si acaso tampoco espero un arranque de sinceridad, virtud ignorada en el club, para reconocer que le ficharon porque era gratis.  No se lo compro a él, ni a su otro gerifalte, Díaz, ni a su presidente. He alcanzado tal nivel de escepticismo que ya no me fío ni de Arrasate. Por el contrario si estoy convencido de que el lobo ha aparecido aunque nadie hiciera caso de las advertencias, que quien juega con fuego se quema y que todo lo que puede ir mal, va mal. ¡Ojalá me equivoque!.

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