Profeta tardío en su tierra
El traspaso de Güiza, que habia sido el máximo goleador de primera división, al fútbol turco por la friolera de 15 millones de euros, una fortuna hace ya 11 años, precipitó la llegada de Aduriz al Mallorca los últimos días de agosto del 2008. Su traspaso costó 5 millones de euros que, sin embargo, no se pagaron hasta el 2017 cuando Robert Sarver llegó al club y tras tensas relaciones con el Athletic que llegó a plantearse la denuncia ante la Uefa.
Estuvo dos temporadas en Son Moix, pero lo realmente contradictorio es precisamente su relación con el club que le vio nacer y la catapultó. Le creyeron amortizado a los 27 años y después de sus magníficas temporadas en Palma y otras tantas en el Valencia, le respecaron ya con 31 años y hasta ahora en que ha anunciado su retirada el próximo 30 de junio.
Pero desde sus inviernos en la Isla, Aritz siempre ha guardado un especial cariño con esta tierra. Ha seguido pasando aquí sus descansos de verano, visitando Son Bibiloni a menudo y a sus viejos compañeros y antiguos empleados. Guardó un pedazo de «roqueta» en su corazón. Sin elogios gratuitos, algarabías ni ansias de protagonismo. Por eso el mallorquinismo le quiere y piensa honrarle el viernes. Como hizo antes con Miguel Angel Moyá o Valerón e incluso el citado Güiza, en sus últimas visitas, alguna de ellas ya lejana. La grada, como de costumbre, es sabia.