Que cada palo aguante su vela

En primer lugar señalemos la desidia de la Federación Balear y la Española de Fútbol por no refutar la decisión de la UEFA de programar un partido internacional aplazado, Israel-Kosovo, sin tener en cuenta la programación de las ligas domésticas. El encuentro en cuestión podría disputarse entre semana perfectamente. A continuación me parece poco estético y profundamente antiestético, que el Mallorca solicite la suspensión de su partido contra el Cádiz por la convocatoria de un jugador, uno, aunque sea Muriqi. Un reconocimiento público y ante los adversarios de que su juego y hasta su vida dependen de ello. Pésima gestión de recursos.

Advertí en la previa del envite contra el Betis del preocupante y bajisimo nivel del árbitro designado. Esta misma semana y con precedentes, la Premier descendió ipso facto a su «referee» Anthony Taylor por señalar penalti en una patada inexistente. Algo impensable en la estructura del Comité Técnico de Arbitros español que mantiene y defiende a ineptos reincidentes como Miguel Angel Ortiz Arias, una vergüenza entre sus colegas.

También advertí que usar como coartada al colegiado para justificar una derrota más equivale a esconder la cabeza bajo el ala como los avestruces. Ni la arbitral fue la única circunstancia incidente en el resultado, ni perjuicio alguno cambia la realidad de un balance paupérrimo: una victoria, y ¡qué victoria!, en doce jornadas.

En el Benito Villamarín, con razón o sin ella, Javier Aguirre dejó sentados inicialmente la friolera de casi veinte millones de euros entre Darder, Morlanes y Van der Heyden. Podemos hallar culpable a Pablo Ortells, el director de fútbol, pero ahora es un ejercicio inútil porque, más que acusaciones, de lo que se trata es de buscar soluciones y cesar al ejecutivo de turno no es una de ellas.

Si la intensidad del equipo no es la misma, el dibujo no funciona, falta gol y tiembla la defensa, la responsabilidad recae en la propia plantilla y el cuerpo técnico. En Sevilla y durante toda la primera parte, once contra once, los de rojo se pasaron 45 minutos corriendo tras el balón y las camisetas verdiblancas. Lo que llevan haciendo desde el primer partido de liga. Si el único que no estaba para todo el tiempo, Dani Rodríguez, habría que explicar por qué sale Gio,  suplente renovado, en lugar de Maffeo, Sergi Darder no sale hasta la segunda parte, igual que en Las Palmas, Jaume Costa sienta a Lato sin mayor mérito conocido y Larin afronta su eterna oportunidad. Tan opinable todo, faltaría más, como fehaciente.

Ortells se ha equivocado, indiscutible. Aguirre lleva tres meses sin dar con la tecla, impepinable. Ahora que cada palo aguante su vela en medio de un parón voluntario de veinte días que empeora las perspectivas, aunque amaine la tormenta.