Selecciones sin sentido, al menos común

Ya estamos otra vez a vueltas con el parón de las competiciones domésticas de fútbol en beneficio de las selecciones y al amparo de la dictadura de las federaciones nacionales, continentales y, en último término, la sagrada FIFA.

Esta es una pirámide cuya destrucción por innecesaria debería comenzar país a país, nación o estado. Si tomamos como ejemplo un deporte individual, el tenis, es fácil reconocer la inutilidad de la faderación respecto a los tenistas profesionales. Manda la ATP o la WTA y aqui paz y después gloria. Para qué es necesaria una institución oligárquica y cara a la hora de organizar las competiciones, conceder licencias o cualesquiera que sean sus funciones, casi siempre en manos escasamente doctas.

Las asociaciones profesionales de clubs son más que suficientes para organizarse a si mismas y extender las fichas, establecer las normas del juego y autorizar el uso de los estadios en las condiciones adecuadas a la práctica de cada especialidad. El Comité de Entrenadores no tiene por qué depender de nadie si es que, llegado el caso, no admitimos que cada club podría facultar al entrenador que le dé la realísima gana, con título o sin. Cada empresa, el suyo. Que sean sus responsables quienes determinen la capacidad del elegido para el banquillo en base al trabajo que se le encomienda. En cuanto a los árbitros, ya tardan demasiado en proclamar su independencia y constituir su propia asociación de servicios, con sus tarifas y sus exigencias de preparación física y técnica. El fútbol funcioanría mucho mejor.

Las federaciones no hacen sino aprovecharse de un negocio que pagan y mantienen otros, sin mayor sentido común que explotar y alentar la rivalidad entre naciones. Obligan, si obligan, a ceder a sus jugadores para, en su léxico particular, representar a sus respectivos países. Pues yo lo siento mucho pero a mi hay un montón de futbolistas que no me representan, como no lo hace ningún cantante en Eurovisión que, si acaso, ostenta la bandera de la televisión pública en cuestión como mucho. Pero de estos conceptos ambiguos se aprovecha mucha gente a lo largo y ancho del mundo. La FIFA en primer lugar, la UEFA en el caso que nos ocupa y la RFEF para que termine cualquier don nadie sin galones presumiendo de mandar sobre todo bicho viviente que tenga la osadía de jugar con un balón. ¡Vamos, anda y que les den!. Les queda menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Ya lo verán.